sábado, 26 de noviembre de 2011

Yo y el espejo


La trascendencia de cuestionarnos acerca de quiénes somos, para qué estamos aquí y cuál es el sentido de nuestra existencia, el autoconocimiento no ha conseguido calar en la vida moderna, quizá porque se ha confundido con la espiritualidad o simplemente porque, como confirman numerosos estudios en psicología, descubrir nuestra vulnerabilidad no es plato de buen gusto para la mayoría de las personas. Sin embargo, hoy sabemos que el autoconocimiento es un aspecto central en el desarrollo de la inteligencia emocional y social, y por lo tanto, una de las llaves para vivir con éxito en la vida.

Pero, ¿qué es conocerse a sí mismo? ¿Cómo descubrimos quienes somos? ¿En qué momento de la vida comenzamos a hacerlo?  Parece ser que conocerse implica, en primer lugar, ser consciente de uno mismo, reconocerse como una entidad única y diferente a todo lo que nos rodea. Esta conciencia ha sido considerada como uno de los grandes hitos de la evolución, ya que en la medida que somos conscientes de nosotros mismos logramos un mayor grado de control y adaptación al ambiente: al reconocernos y reflexionar sobre nosotros mismos, estamos más capacitados para protegernos y mejorarnos. Ser conscientes de quiénes somos nos permite gestionar nuestro proyecto de vida y dirigirnos hacia metas de progreso.

Descubrir cómo esta capacidad va apareciendo a lo largo de la evolución de las especies y en la vida del ser humano es, una de las claves para acceder a uno de los grandes enigmas de la existencia. Los estudios actuales nos van revelando que compartimos con algunos individuos de otras especies como los chimpancés, gorilas, elefantes y delfines, la posibilidad de reconocernos ante un espejo. Pero, ¿hasta qué punto? ¿En qué momento empezamos a despegar y logramos ser más y más conscientes de nosotros mismos y de los demás?

Philippe Rochat en su reciente libro sugiere 6 niveles en la progresión de la consciencia de sí mismo, que describe en términos de las distintas formas que tienen los niños de reaccionar ante un espejo. Se pregunta ¿qué ven los niños cuando se miran al espejo? ¿Se ven a sí mismos o perciben a otra persona? Para averiguarlo estudian a bebés y niños hasta los cinco años, registrando lo que hacen mientras se les sitúa frente a un espejo. Se les coloca previamente una cinta adherente amarilla en la parte izquierda superior de la frente, considerando que si hacen ademán de tocarse e intentar quitársela será una señal de conciencia de sí mismo, ya que la cinta está colocada en una parte no visible directamente, lo que implicaría relacionar la imagen reflejada consigo mismos. Rochat lo describe más o menos así:

Nivel 0: Confusión. El espejo se confunde con el resto del ambiente. No se diferencia como objeto, es una mera extensión del mundo, no un reflejo del mismo. Los pájaros ejemplificarían este nivel chocando contra las ventanas o también los perros, gatos y otros muchos animales, al adoptar actitudes defensivas o de juego ante la imagen que ven reflejada.

Nivel 1: Diferenciación. Lo que se ve en el espejo es algo diferente a lo demás. El espejo comienza a aparecer como una herramienta para reflejar, se percatan de la contingencia entre lo que ven reflejado y las sensaciones procedentes de los propios movimientos. Esto implica según Rochat, una diferenciación perceptual entre la experiencia de los movimientos corporales reflejados en el espejo y la experiencia directa de otras entidades que se mueven en el ambiente.

Nivel 2: Ubicación (Situación). Ahora el niño es capaz de explorar la relación entre los movimientos reflejados y la experiencia propioceptiva. Se trata de un paso más allá: se explora cómo la experiencia del propio cuerpo se relaciona con la imagen reflejada, una imagen que está ahí fuera, una retroalimentación de la experiencia corporal sentida. Aparecen los primeros signos de una actitud contemplativa ante el espejo. Lo que se ve está fuera, situado sobre una superficie distinta en el espacio.

Nivel 3: Identificación. Hacia los 18 meses surge el reconocimiento, la imagen es de mí, no de otro objeto o persona. Explora con su imagen, se da cuenta de que tiene una cinta en la cabeza e intenta tomarla. Explora su cara y su cuerpo. Este nivel es considerado por los psicólogos evolutivos como un índice de emergencia de un concepto del self. Pero durante los tres primeros años, el yo que identifican en el espejo sigue siendo un enigma: oscilan entre una conciencia de sí mismos y la conciencia de ver a alguien que se les parece. Pueden usar el genérico nene o decir su propio nombre ante el espejo y, a la vez, extrañarse de que la imagen reflejada lleve su misma ropa.

Nivel 4: Permanencia. Entre los 3 y 4 años de edad, la mayoría de los niños se identifican superando el aquí y ahora. Se reconocen frente al espejo y también en distintas imágenes en películas o fografías, aunque aparezcan con ropa distinta o en contextos variados. Cuando se ven pueden decir yo, además de su propio nombre, sugiriendo el punto de vista de la primera persona. Se ha superado la contingencia temporal y espacial del movimiento imagen, está emergiendo un self estable, una entidad que se representa permanente frente a los cambios de apariencia.
      
Nivel 5: Autoconciencia o meta autoconocimiento. Sobre los cuatro años pueden verse no sólo desde su propia perspectiva sino también desde la de los otros. No sólo son conscientes de quiénes son sino de cómo se presentan ante los demás. Aparece una nueva evaluación: la social. En esta etapa aparecen los sentimientos de vergüenza y orgullo. Emerge un self autoconsciente.

El autoconocimieto se desarrolla  de forma paralela e interdependiente al conocimiento de los otros. La primera y tercera perspectiva estará presente toda la vida, constituyendo los anclajes de la identidad. El ser humano tendrá que lidiar con dos fuentes de información sobre sí mismo: la que procede de sus propias percepciones, sensaciones y emociones y la de los otros, acerca de sí mismo. Esas dos fuentes estarán siempre en conflicto, ésa es nuestra naturaleza. Los humanos tendremos que ir construyendo una identidad, una imagen social, que será resultado de una negociación entre dos necesidades básicas: mantener el vínculo con los demás y poder expresarnos tal como somos, asegurando así nuestra autonomía, el progreso y la diversidad en nuestra especie. Shakespeare lo resumió con gran belleza y clarividencia en Hamlet:

“Ser o no ser… esa es la cuestión”.


miércoles, 23 de noviembre de 2011

Síndrome del corazón roto


La Causa numero uno de muerte en el mundo son las enfermedades cardiovasculares. Los factores psicológicos tienen mucha incidencia en esta patología, son factores de riesgo directo.

El síndrome del corazón roto es una enfermedad recientemente identificada que imita los síntomas de ahogo y dolor en el pecho, propios del ataque cardíaco. Se asocia al estrés emocional grave, incluso, se ha detectado que la pérdida de un ser querido, es uno de los desencadenantes del padecimiento, cuyo nombre médico es síndrome de discinesia apical.

El estrés emocional crea un aumento significativo en los niveles de adrenalina en la sangre.
El aumento en adrenalina causa un adormecimiento del músculo cardiaco haciendo que éste pierda parcialmente su capacidad de contracción. Un corazón normal se contrae un 65% para lograr bombear la sangre suficiente al cerebro y a los otros tejidos y órganos del cuerpo. El corazón del individuo que desarrolla este síndrome se contrae de un 15% a un 20%. Esta disminución en contracción cardiaca hace que la sangre se acumule en los pulmones y no llegue a su destino natural. Esta disfunción temporal del corazón, o fallo congestivo, hace que el paciente desarrolle dolor de pecho y problemas respiratorios.

¿Cómo podemos diferenciar un ataque al corazón del Síndrome del Corazón Roto?

La parte distal y central del corazón dejan de contraerse simultáneamente mientras que la parte proximal se contrae vigorosamente. Este patrón se puede detectar fácilmente haciéndole al paciente un estudio específico de corazón. Los pacientes que tienen un infarto cardiaco rara vez demuestran este mismo patrón.

Muchos de los pacientes que se presentan al hospital con dolor de pecho y problemas respiratorios se someten a un cateterismo para poder observar directamente las arterias del corazón. Mientras que el paciente que sufre un infarto usualmente tiene uno o más bloqueos significativos en las arterias del corazón, los vasos sanguíneos del paciente con el Síndrome del Corazón Roto se encuentran completamente limpios.

Una investigación llevada a cabo en Estados unidos indica que las mujeres, en especial aquellas que han pasado la menopausia, representan el grupo con el riesgo más alto de sufrir esta condición. La buena noticia es que la mayoría de los afectados sobrevive el evento agudo y recupera su función cardiaca.

El Síndrome del Corazón Roto es real. Es una enfermedad que ejemplifica la unión existente entre la mente y el cuerpo; entre lo emocional y lo fisiológico. Los científicos aún comienzan a descubrir lo que nuestras abuelas conocían por intuición: la muerte inesperada de un ser querido puede romper el corazón de aquel que con angustia e incredulidad le dice adiós al ser que amó.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Características de un golpeador



La violencia: no es una agresión casual, sino agresiones en el contexto de una relación de abuso. Por eso, sólo puede entenderse la violencia hacia la mujer en la Complicada trama de relaciones de dependencia de género, muy arraigados en nuestra sociedad.

Violencia conyugal: La mujer que sufre violencia conyugal es la que recibe por parte de su pareja, con quien mantiene relaciones íntimas estando o no legalmente casada, abuso físico, psíquico y/o sexual; a quien se le ha impedido realizar acciones que deseaba o se le han impuesto otras que no deseaba, todo ello en una sociedad que lo avala.

La mayoría de las mujeres que sufren maltrato por parte de su pareja, se mantienen en esta situación durante años, sin realizar ninguna denuncia. Si eventualmente lo hacen, luego se retractan por diferentes motivos. Generalmente expresan: Me da pena, a pesar de lo sigo queriendo, soporto por mis hijos, no tengo dónde ir, ¿de qué vamos a vivir?, le tengo miedo, etc.

Esto sucede por una disminución de autoestima, la falta de seguridad en sí misma y la gran necesidad de afecto y valoración que sufre la mujer golpeada. Si bien estos miedos podrían ser superados con una intervención psicológica y judicial adecuada, es necesario en primer lugar, comprender la situación de la mujer agredida, escuchar sus vivencias y ayudarla a que, de a poco, vaya recuperando estos valores.

Cada mujer tiene una historia diferente, por eso es necesario escuchar y comprender la situación de cada una en particular. Todas las mujeres que padecen una situación de maltrato  presentan el síndrome de la mujer maltratada, correspondiente a un conjunto de síntomas que se manifiestan en forma más o menos intensa según cada caso.
El síndrome presenta tres fases: la fase de tensión, la fase de agresión, y la fase de conciliación o arrepentimiento
.

La fase de tensión; Se caracteriza por un aumento gradual de tensión: insultos, abuso físico, etc. El hombre golpeador expresa insatisfacción y hostilidad. La mujer intenta calmar, complacer o, al menos, no hacer aquello que le pueda molestar a su pareja, esposo, amante, novio, lo que fomenta la falsa creencia de que ella puede controlar la agresión. Todo lo  contrario, esto seguirá aumentando, ella será incapaz de continuar controlando ese comportamiento hostil y se dará curso a la agresión.

La fase de agresión; Se producen abusos físicos, sexuales y psíquicos. Algunas veces la mujer precipita esta inevitable explosión de violencia para poder controlar dónde y cuándo ocurre, de manera que ella pueda tomar medidas o precauciones para minimizar sus heridas y su dolor. Esta fase aguda finaliza cuando el agresor detiene el abuso, obteniendo al mismo tiempo una reducción física de la tensión vivida anteriormente.

La fase de conciliación; Es la etapa en la cual el maltratador pide perdón y se arrepiente, llora, se arrodilla, trata de ayudar a su víctima, le muestra consideración y remordimientos con regalos o promesas de cambio, o que no se volverá a repetir. Provee el refuerzo positivo para que la mujer se mantenga en la relación; no hay tensión ni violencia, y le permite ver el lado bueno de su pareja, creyendo que ella puede ayudar a cambiarlo.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, la fase de tensión se repite más, y la de conciliación se reduce. Después de la agresión surge cada vez más tensión y menos conciliación. Es cuando algunas mujeres reconocen a su pareja como violentos, sienten que tienen un problema y buscan ayuda. Hasta este momento, pueden haber transcurrido muchos años.

Si este ciclo no se interrumpe a tiempo, las agresiones se repetirán con más frecuencia y mayor intensidad, por lo tanto, con mayor gravedad y riesgo para la mujer, terminando muchas veces con su propia vida.

Las mujeres maltratadas se van adaptando y respondiendo al comportamiento violento de su pareja, porque sienten y piensan que no hay otra salida posible.

Distintos tipos de abuso

Violencia física: Involucra el cuerpo de la mujer; empujones, sacudones, cachetazos, golpes de puño, etc.
Esta clase de abuso, además de las lesiones físicas que suelen ser evidentes, es posible que provoque una tensión permanente, agotamiento, alteración de hábitos alimenticios, anemia, otros.
La violencia física abarca también el abuso sexual.

Abuso sexual: Se da cuando la mujer es sometida por su pareja a tener relaciones sexuales contra su voluntad.
Como consecuencia pueden aparecer síntomas similares a los de una mujer violada por un extraño: depresión, sensación de derrota y un dolor emocional que la deja atontada y vencida.

Pero la violencia no requiere necesariamente del contacto físico con la víctima, debido a que actos intimidatorios como golpear paredes, amenazas verbales y abusos psicológicos permiten llegar al mismo resultado.

Este tipo de violencia es la llamada: Violencia Psicológica o Violencia Emocional.

Violencia psicológica: Consiste en insultos, humillaciones, desvalorización y amenazas por parte del agresor; produciendo así en la mujer un desgaste psíquico agudo y sensación de estar enloqueciendo. Esto reduce la capacidad para protegerse, y sienta las bases para la aparición de otros síntomas similares a los observados en prisioneros de campos de concentración que han sufrido tortura.
Se trata de crear y mantener un clima de terror, de manera que se pueda tener a la víctima bajo control. Esto lleva también a que la mujer renuncie a su libertad y a su voluntad, convirtiéndose así en una sobreviviente que se somete obedeciendo para salvarse del sufrimiento.

Una situación como la descripta, puede culminar en enfermedades físicas o mentales. El clima de terror produce en muchas víctimas, síntomas físicos tales como dificultades respiratorias, palpitaciones, angina de pecho, incontinencia urinaria, diarreas, dolores de cabeza, etc. A nivel psicológico produce desorientación, somnolencia o insomnio, tensión, ansiedad, indefensión, irritabilidad, distorsión de la realidad, intentos de suicidio, autoculparse, y soñar con la idea ilusoria de que su agresor cambiará.

Dentro del cuadro, la mujer desarrolla sus propios mecanismos de defensa, o más bien de supervivencia. Algunas personas que se encuentran bajo amenaza y peligro permanente, recurren a estos mecanismos en situaciones límites o de desesperación. Algunos ejemplos de lo que le ocurre a la mujer bajo estas circunstancias:

La mujer desarrolla alguna simpatía con el agresor, defendiéndolo, protegiéndolo, o justificándolo. Es por esto que al verlo desde afuera, no se entiende por qué una mujer protege a quien la maltrata, negando lo que sucede, retirando denuncias o rechazando que otras personas se metan en sus asuntos personales de pareja.

Desarrolla una pasividad extrema, es decir, acata todo lo que el agresor le ordena, y no expresa ninguna señal de protesta o resistencia. Esto lo hace para evitar cualquier tipo de enfrentamiento o episodio de violencia. Puede incluso motivar a los hijos o hijas a que obedezcan en todo para garantizarse una seguridad.

Deja de sentir y de pensar, pasando a funcionar como autómata. La mujer se anula como persona y centra su vida alrededor de las demandas y necesidades del agresor.

Todo esto produce una dependencia psicológica del cual será difícil salir. Ella verá cada vez más poderoso y omnipotente a su agresor, y se verá más indefensa y necesitada a sí misma. La incorporación de tal esquema de poder y sumisión, y el desarrollo del síndrome como forma de comportamiento, tiene consecuencias nefastas y puede revertirse contra personas más débiles que ella, maltratando a sus hijos/as, como modo de expresar su impotencia e ira contenida. Además, en muchos casos, la violencia física, sexual y emocional por parte del agresor, puede extenderse a los hijos y especialmente, a las hijas.

Las mujeres que sobreviven a la violencia día a día y permanecen en la relación de maltrato, necesitan reconstruirse de tal manera que recuperen la autoestima perdida, o puedan construir la que nunca tuvieron, ya que es la mejor arma para protegerse y obtener poder.
Buscar apoyo y consejo en albergues y organizaciones de mujeres que entiendan toda esta problemática sin cuestionamientos o prejuicios, es el primer paso para la recuperación y la cura.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Reflexiones Deepak Chopra


Escucha la sabiduría de tu cuerpo, que se expresa por señales de
comodidad e incomodidad. Cuando elijas cierta conducta, pregunta a tu cuerpo
que siente al respecto. Si tu cuerpo envía una señal de inquietud física o
emocional, ten cuidado. Si tu cuerpo envía una señal de comodidad y anhelo, procede.

Vive en el presente, que es el único momento que tienes. Mantén tu
atención en lo que existe aquí y ahora; busca la plenitud en todo momento.
Acepta lo que viene a ti total y completamente para que puedas apreciarlo y
aprender de ello; luego déjalo pasar. El presente es como debe ser. Refleja
infinitas leyes de la Naturaleza que te han traído hasta este pensamiento
exacto, esta reacción física precisa. Este momento es como es porque el
Universo es como es. No luches contra el infinito esquema de las cosas; por el contrario, sé uno con él.

Dedica tiempo al silencio, a meditar, a acallar el diálogo interior.
En momentos de silencio, cobra conciencia de que estás recontactándote con
tu fuente de conciencia pura. Presta atención a tu vida interior para que
puedas guiarte por tu intuición, antes que por interpretaciones impuestas
desde fuera sobre lo que conviene o no te conviene.

Renuncia a tu necesidad de aprobación externa. Sólo tú eres el juez
de tu valer; tu meta es descubrir el infinito valor de ti mismo, sin dar
importancia a lo que piensen los demás. Al comprender esto se logra una gran libertad.

Cuando te descubras reaccionando con enojo u oposición ante
cualquier persona o circunstancia, recuerda que sólo estás luchando contigo
mismo. Presentar resistencia es la reacción de las defensas creadas por
viejos sufrimientos. Cuando renuncies a ese enojo te curarás y cooperarás con el flujo del universo.

Recuerda que el mundo de allí fuera refleja tu realidad de aquí
dentro. Las personas ante las cuales tu reacción es más fuerte, sea de amor
u odio, son proyecciones de tu mundo interior. Lo que más odias es lo que
más niegas en ti mismo. Lo que más amas es lo que más deseas dentro de ti.
Usa el espejo de las relaciones para guiar tu evolución. El objetivo es un
total conocimiento de uno mismo. Cuando lo consigas, lo que más desees
estará automáticamente allí; lo que más te disgusta desaparecerá.

Libérate de la carga de los juicios. Al juzgar impones el bien y el
mal a situaciones que simplemente son. Todo se puede entender y perdonar,
pero cuando juzgas te apartas de la comprensión y anulas el proceso de
aprender a amar. Al juzgar a otros reflejas tu falta de autoaceptación.
Recuerda que cada persona a la que perdones aumenta tu amor a ti mismo.

No contamines tu cuerpo con toxinas, ya sea por la comida, la bebida
o por emociones tóxicas. Tu cuerpo no es sólo un sistema de mantenimiento de
la vida. Es el vehículo que te llevará en el viaje de tu evolución. La salud
de cada célula contribuye directamente a tu estado de bienestar, porque cada
célula es un punto de conciencia dentro del campo de la conciencia que eres tú.

Reemplaza la conducta que motiva el miedo por la conducta que motiva
el amor. El miedo es un producto de la memoria, que mora en el pasado. Al
recordar lo que nos hizo sufrir antes, dedicamos nuestras energías a
asegurarnos de que el antiguo sufrimiento no se repita. Pero tratar de
imponer el pasado al presente jamás acabará con la amenaza del sufrimiento.
Eso sólo ocurre cuando encuentras la seguridad de tu propio ser, que es
amor. Motivado por la verdad interior, puedes enfrentarte a cualquier
amenaza, porque tu fuerza interior es invulnerable al miedo.

Comprende que el mundo físico es sólo el espejo de una inteligencia más
profunda. La inteligencia es la organizadora invisible de toda la materia y
toda la energía; como una parte de esta inteligencia reside en ti,
participas del poder organizador del cosmos. Como estás inseparablemente
vinculado con el todo, no puedes permitirte el contaminar el aire y el agua
del planeta. Pero en un plano más profundo, no puedes permitirte el vivir
con una mente tóxica, porque cada pensamiento crea una impresión en el campo
total de la inteligencia. Vivir en equilibrio y pureza es el más elevado bien para ti y para la Tierra.”

Fuente: http://www.actosdeamor.com/reflechopra.htm

martes, 8 de noviembre de 2011

Trastornos de alimentación

Los trastornos de alimentación: anorexia, bulimia y obesidad
Tanto la obesidad, como la anorexia y la bulimia son trastornos de la alimentación de origen psicológico y no médicos.

Los pacientes comparten ciertas características:
Todos ellos comen independientemente de su hambre o saciedad. Además, en algún momento, los patrones de alimentación pueden incluir desde una ingestión constante hasta una dieta estricta, pasando por períodos de abstinencia total o el uso de laxantes o medicamentos destinados a quitar el apetito. Esto puede producir cambios en pocas semanas de la imagen corporal en algunos pacientes.

En cuanto a la relación con los demás, todos suponen que son ignorados o demasiado controlados por las personas significativas para ellos, ya sean padres, novios o esposos.
Como reacción, presentan una conducta de evitación. Incluso también con el terapeuta, al que en un comienzo evaden, mostrándose ambiguos, negativos y competitivos.
Sus propias conductas les hacen reafirmar la idea de que son incomprendidos.

Todos los pacientes con trastornos de alimentación tienen una autoimágen desagradable o insatisfactoria.
Como regla general, se ven a sí mismos muy gordos. Tienen tanto miedo de engordar que creen que la única manera de evitarlo es adelgazar más y más, sin límite.

Los tres tipos de pacientes reconocen que tienen una debilidad fundamental hacia la comida. Dicen: "Me da miedo empezar a comer, porque no sé si seré capaz de frenarme". Por ello, desarrollan a veces conductas extrañas: los anoréxicos suelen ocultar alimentos, o comer en secreto.
Estos problemas están asociados a un sentido de ineficacia personal que inunda todos los aspectos de la vida: como estudiantes, como hijos, como pareja y ciertamente como seres incapaces de seguir una dieta para bajar de peso.
Otro esquema cognitivo que guía sus creencias es que ellos "tienen una necesidad de confirmación". Su identidad personal siempre está definida a través del juicio de los otros.

La terapia
El foco inicial del tratamiento es establecer una relación de confianza con el paciente, lo que no resulta sencillo, puesto que temen ser decepcionados, aún por el terapeuta.
Se intenta aumentar conciencia con respecto a la vulnerabilidad al juicio externo, a la vez que el paciente relacione que la preocupación por la comida es parte de un mecanismo distracción, con el cual maneja su sentido de ineficacia personal. De esta manera, el paciente progresivamente aumentará su capacidad de definirse por si mismo, independiente del juicio externo, que es el objetivo mas importante de la psicoterapia. De este modo, la conducta alimentaría (dietas, vómitos, ingesta excesiva, uso de laxantes y anorexígenos (Fármacos utilizados en el tratamiento de la Obesidad) es un problema secundario y no el foco del tratamiento.

Vigorexia: mentes enfermas en cuerpos sanos
Horas y más horas con las pesas. El culto al cuerpo puede llegar a convertirse en una obsesión que oculta un trastorno psicológico. La vigorexia, una patología descrita hace apenas tres años, afecta a aquellos adictos a la musculación que nunca se consideran lo suficientemente fornidos, se pesan varias veces al día y hacen del gimnasio su segunda casa.

Para algunos expertos, la vigorexia constituye el reverso de la anorexia nerviosa. Mientras que la anorexia suele aparecer entre chicas jóvenes que por más que adelgazan nunca llegan a verse lo suficientemente delgadas, la vigorexia afecta a hombres que se desviven por alcanzar un cuerpo cada vez más musculoso.

La vigorexia deriva de una confusión entre medios y fines. El problema surge cuando no se utiliza el ejercicio físico como un medio para llevar una vida más saludable. La consecuencia de un cuerpo musculoso se convierte en un fin en sí mismo y esta obsesión puede acarrear la adopción de hábitos no saludables.

La presión de los medios de comunicación ha desempeñado un papel esencial en la extensión de esta patología. Desde el cine y la publicidad se difunde el modelo de hombre fuerte y atlético como prototipo de salud y éxito, lo cual puede causar una obsesión por el culto al cuerpo y una frustración en adolescentes cuya contextura física no se adapte a estas modas.

Las principales razones por los que se cae en la vigorexia son de tipo estético. Algunas personas cuya constitución no se corresponda al modelo de cuerpo que exige la sociedad moderna, pueden tener problemas de integración en un medio donde se valora en gran medida el aspecto físico.

Aunque se han desarrollado programas para tratar estos problemas en grupo, el tratamiento sigue siendo diseñado individualmente para cada paciente, de acuerdo con sus propias características.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Terapia Primal

Es volver a la infancia para mejorar el presente.
Existen muchas clases de terapias diseñadas para ayudar a las personas a entender lo que está en su inconsciente, pero muy pocas son eficaces para realmente cambiarlo. Sin embargo, si no se cambia lo que está en el inconsciente, este conserva toda su fuerza para desbordar, en cualquier momento, los esquemas de control conscientes.

Cuando esto sucede, se produce lo que llamamos una crisis emocional, que, desde una perspectiva primal, es una reacción cuyo origen está en la separación original del sentir. Dicha reacción no es consecuencia de algo que pueda estar sucediendo en el presente, sino de algo que lleva mucho tiempo ahí, en nuestro inconsciente, de forma latente.
 
El psicoanálisis ha intentado ayudar a las personas a descubrir los orígenes inconscientes, y a analizar y usar el conocimiento consciente, pero sus logros han sido y son cuestionados por muchos.
 
La reacción en contra de la psiquiatría ha hecho emerger una gran variedad de terapias, en especial las nuevas modalidades de terapias conductistas o condicionantes.
 
La terapia primal no sólo pone en cuestión la eficacia del psicoanálisis y de las terapias condicionantes, sino también los éxitos proclamados por algunas de las terapias alternativas de moda.

La hipótesis principal de la terapia primal dice que todas las neurosis y dolores emocionales que sufrimos, junto con la mayor parte de las enfermedades físicas, son el resultado del dolor primal reprimido durante la infancia, especialmente todas aquellas experiencias traumáticas que ocurren durante la gestación, el nacimiento y la temprana infancia.

La teoría primal sostiene que para mejorar cualitativamente la vida de las personas no se puede olvidar nuestra historia pasada para esforzarse en vivir el presente, sino que es necesario disminuir substancialmente los niveles de tensión de las experiencias pasadas almacenadas en nuestro inconsciente.

En la terapia primal, las personas/pacientes re-viven sucesos a los que fueron incapaces de enfrentarse en su momento, y todo sucede sin utilizar hipnosis u otros método de relajación, y sin medicamentos o drogas.

Cuando logramos conectar con el sentimiento original, y se produce una experiencia primal, el descubrimiento de la verdad original ilumina la causa del conflicto para resolverlo e integrarlo en nuestro consciente. Como consecuencia de ello, disminuye drásticamente el nivel de tensión de nuestra vida.

Pero no hay que confundir una experiencia primal con una simple catarsis o una descarga emocional. Una catarsis emocional, al igual que el deporte, una buena noticia o un tranquilizante ayudan a disminuir la tensión, pero sus efectos son temporales.

La terapia primal no sólo nos permite curar los problemas psicológicos, sino que produce cambios sorprendentes en multitud de problemas fisiológicos.

Algunos de los problemas psicológicos que trata la terapia primal
Depresión, Ansiedad, Estrés, Miedos Irracionales, Obsesiones, Paranoias, Problemas y Perversiones Sexuales, Convulsiones, Ataques de Pánico, Miedo a la Soledad, etc.
Complejos, Timidez, Insomnio, Miedo a Hablar en Público, Alienación, Hiperactividad, Miedo al Éxito
, etc.

Problemas de la Infancia, Adolescencia y Relaciones de Pareja.
Adición al Tabaco, Alcohol y otras Drogas o Sustancias Tóxicas.

Los estudios muestran también que se produce una mejoría significativa en problemas fisiológicos relacionados con:
El corazón, la presión sanguínea, los trastornos respiratorios, los problemas de la piel, los desordenes sexuales.

Y otros problemas disminuyen drásticamente o desaparecen por completo.
Dolores de cabeza, problemas estomacales, catarros, anorexia, bulimia, problemas de la voz y la garganta, alergias, obesidad, desórdenes alimenticios, etc.

Para la teoría primal, el dolor inconsciente no resuelto es la causa principal subyacente en la mayoría de los problemas humanos.

El dolor primal está siempre presente en forma de tensión, aunque la persona sólo sea consciente de ello cuando se desbordan sus mecanismos de control.
Se podría decir que la tensión es una manifestación controlada de las fuerzas del inconsciente que, como en un estado de emergencia continua, presionan con el fin de desbordar nuestro control y restablecer el equilibrio emocional perdido: El equilibrio original.

En este sentido, el inconsciente funcionaría no sólo como una grabadora de nuestras experiencias, sino como un almacén de las tensiones físico-emocionales de nuestro pasado.
 
Estas tensiones están ligadas a memorias inconscientes que se activan por sucesos del presente y, cuando esto sucede, son realmente sentidas como algo que está sucediendo en el presente.
 
Debido a que sus orígenes están en el inconsciente, somos incapaces de conocer su origen real, y la personas o las situaciones que las disparan aparecen como su causa principal, cuando en realidad son sólo un detonante de la verdadera causa.
En la medida en que la persona toma conciencia de la causa-sentimiento original detrás de las fuerzas ocultas, estas dejan de ser inconscientes y la tensión desaparece.
 
Cuando el pasado es realmente revivido, y los recuerdos y sensaciones inconscientes se vuelven conscientes, las motivaciones que habían sido anteriormente enterradas se muestran a la persona como algo obvio, no siendo necesaria la interpretación o el análisis de un psicólogo o terapeuta.
 
El trabajo del terapeuta primal consiste, en gran medida, en animar a la persona a aceptar la realidad de los nuevos descubrimientos que ella misma está haciendo.
Cada persona aprende así a aceptar que una parte del dolor que experimentó cuando era un niño era tan inmenso y prolongado que tuvo que ser desconectado y enterrado, y que los recuerdos olvidados y sus correspondientes tensiones han sido el origen de gran parte de sus trastornos psicológicos y fisiológicos.

La persona descubre que, al tener que construir muros para contener el dolor, no sólo disminuye su sensibilidad a dolorosos sentimientos y sensaciones, sino que también reduce su habilidad para disfrutar de los sentimientos y sensaciones placenteras.
Confrontando progresivamente el viejo dolor, cada persona recupera la compasión por si misma, y comprende el proceso por el que tuvo que anestesiar su dolor para poder sobrevivir.
 
Con la compasión hacia si misma, llega también una mayor compasión por los demás, y una mayor habilidad para sentir toda la vida de una forma más cercana y entrañable.
Al conectar con el pasado y descargar su tensión emocional, estos impulsos disminuyen casi por completo y muchos desaparecen para siempre.
Sólo cuando las fuerzas inconscientes han sido comprendidas, sentidas e integradas en nuestro consciente, son posibles todas las emociones placenteras y extraordinariamente profundas que inundan la vida.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Distorsiones Cognitivas

Las distorsiones cognitivas son engaños que nos creemos y de los que estamos completamente convencidos. Distorsionan la realidad, nuestra realidad, lo que pensamos acerca de nosotros, nuestro futuro y lo que nos rodea.

Cuando vemos un niño llorar desconsoladamente cuando su madre se aleja un minuto para entrar en un local hacer una compra; el niño llora desconsoladamente, ¿Por qué llora? El niño piensa que su madre no va a volver nunca, y se angustia. Alguien se acerca al niño y le dice: “no te preocupes que tu madre vuelve ahora". Automáticamente el niño cambia su cara y deja de llorar.

El niño deja de llorar porque su distorsión cognitiva se corrige al darse cuenta de que su madre vuelve ahora. La distorsión mi mama no va a volver nunca causa una gran tristeza y desesperación en el niño y él está convencido al principio de que así va a ser. Está convencido de que su madre no va a volver el niño distorsiona la realidad. En el momento en que el niño ajusta su pensamiento a la realidad (su madre vuelve ahora) deja de llorar.

Lo ideal sería que nuestra forma de pensar se ajustara como un guante a la realidad. Así nos evitaríamos sentirnos mal, no tendríamos síntomas depresivos ni ansiosos. Desgraciadamente esto no es así.

Todos tenemos distorsiones cognitivas acerca de nosotros mismos, nuestro entorno y nuestro futuro.

Cuando por alguna razón que ha tenido que ver con nuestras experiencias pasadas hemos aprendido a distorsionar demasiado, entonces surge el trastorno psicológico.

La persona que tiene demasiadas distorsiones cognitivas es porque las ha aprendido en el pasado. En su pasado estas distorsiones cognitivas fueron necesarias para regularse emocionalmente.

Imagínese en el ejemplo del niño anterior en vez de que le digan "no te preocupes, tu madre vuelve ahora" se le dice "no seas débil, los hombre no lloran". Es probable que el niño grabe en su memoria la cognición llorar es sinónimo de  debilidad y cada vez que llore en su vida dude de su hombría y se crea débil.

Lógicamente las personas que sufren un Episodio Depresivo o algún Trastorno ansioso tienen más de una distorsión cognitiva aprendida en el  pasado. No es casualidad que las personas que más depresión y ansiedad padecen son las que han tenido infancias más complicadas.

Como decíamos al hablar de los pensamientos automáticos tampoco las personas que se sienten mal suelen ser conscientes de pensar distorsionadamente. Se sienten mal y no saben por qué y por supuesto son incapaces de cambiar sus estados de ánimo.
Las distorsiones cognitivas están muy estudiadas por la terapia cognitiva, se engloban en formas concretas que usted reconocerá al leerlas:

Pensamiento de todo o nada
Generalización
Filtro Mental
Maximizar o  Minimizar
Personalizar
Etiquetación Errónea
Razonamiento emocional
Los debería.

Si interpretamos a través de estas distorsiones cognitivas el mundo, no nos sentiremos bien ya que nuestras interpretaciones serán erróneas.
Nuestras emociones negativas patológicas son siempre el resultado de malinterpretar la realidad que nos rodea y a nosotros mismos.