martes, 31 de julio de 2012

¿Tristeza o depresión?


Si estamos abatido por que a fallecido un familiar muy querido, o perdimos un trabajo que era importante, o nos separamos de nuestra pareja, O nos tenemos que distanciar de personas que amamos, es muy normal un grado importante de tristeza, son sucesos dolorosos a los que reaccionamos con pesar, a veces, frustración, incluso con rabia.

Sentir tristeza en situaciones desfavorables es una reacción natural, no implica ninguna patología. La mayoría de nosotros nos sentiríamos tristes en estas situaciones descritas. Al igual que sentiríamos alegría si logramos aprobar un examen, nos reconciliamos con alguien a quien queremos o un ser querido logra salir bien de una operación quirúrgica.

La tristeza es un sentimiento pasajero podemos estar unas horas o días tristes y luego esto  pasa. La persona puede seguir sintiéndose triste pero puede hacer frente a su vida. Mientras que en la depresión la persona no es capaz de hacer frente a su vida, se siente abrumado y desesperado.

Sin embargo una depresión es mucho más que la mera tristeza, engloba un conjunto de síntomas. La persona con depresión clínica no tienen siempre una razón lógica para sus pensamientos de dolor, por más presión o ruego desesperado de amigos y familiares a salir de su estado esta persona no es capaz, tal como un diabético no puede decirle a su páncreas que produzca más insulina. Necesita ser tratado.
La depresión persiste en el tiempo partiendo de unos 15 días hasta meses o incluso años.

Como un estado de ánimo de tristeza es uno de los síntomas de la depresión pero hay más, la presencia de cinco o más sistemas unidos son reveladores para el médico de que la persona atraviesa un estado de depresión.

La persona sufre un estado de tristeza la mayor parte del día o casi todos los días durante al menos un período de dos semanas
Anhedonia o disminución del interés o la capacidad de placer por todas o casi todas las actividades. Lo que ante le gustaba ahora no lo motiva.
Pérdida de peso sin hacer régimen, pérdida de apetito. O todo lo contrario mayor ingesta calórico y aumento de peso.
Insomnio, apenas dormir o todo lo contrario hipersomnia aumento de la horas de sueño o incluso no querer levantarse de la cama.
Agitación o todo lo contrario la lentitud psicomotores.
Sentimientos de culpa, desazón, ideas irracionales.
Fatiga, cansancio pérdida de energía a diario
Disminución de la capacidad de concentración de atención y de decisión a diario
Pensamientos o ideas recurrentes sobre la muerte, ideas suicidas.

Los síntomas no son debidos a los efectos de haber tomado una sustancia como un medicamento o drogas o por otra enfermedad médica.
En caso de duelo o pérdida de un ser querido, el trastorno depresivo puede estar en juego si los síntomas duran más de dos meses o se da un notable deterioro funcional, ideas suicidas, síntomas psicóticos.
Si crees que vos o alguien cercano sufre una depresión acude al medico existen pruebas de detección que pueden ayudar a la persona a buscar tratamiento para su problema.

Espero te sea útil, amiga.

lunes, 30 de julio de 2012

Ansiedad generalizada


La ansiedad generalizada consiste en un estado de ansiedad y preocupación constante y persistente, con inquietud, tensión muscular, cansancio, irritabilidad, problemas para concentrarse y problemas de sueño.

Cuando estos síntomas ocurren durante al menos seis meses e impiden que la persona funcione de modo normal en su vida diaria (en el trabajo, en sus relaciones, etc.), existe la posibilidad de que se trate de un trastorno de ansiedad generalizada.

Síntomas
El síntoma principal es la incapacidad para relajarse. La persona se siente tensa, asustada, se sobresalta por cualquier cosa, se siente inestable y débil. Puede sentir síntomas físicos de ansiedad, como manos sudorosas, palpitaciones, sensación de falta de aire, deseo urgente de orinar, náuseas, diarrea, o sensación de mareo o de estar a punto de desmayarse.

A nivel cognitivo, el síntoma más común consiste en los problemas de concentración que experimentan, así como la incapacidad para controlar su pensamiento, la confusión o la incapacidad para recordar cosas importantes.
También es común que se den diversos miedos, como miedo a perder el control, miedo a ser rechazados, miedo a ser atacado o miedo a morir.

Entre otras cosas se producen también dificultades para comunicarse, de manera que pueden hablar con frases desconectadas o interrumpidas, o bien bloquearse al hablar.

¿Cuál es la causa de la ansiedad generalizada?
Más que una causa, existen, por un lado, una serie de factores que predisponen a este trastorno y uno o varios que lo precipitan, es decir, que actúan como el disparador del trastorno en una persona predispuesta.
Los factores que predisponen a este trastorno pueden ser los siguientes:
Factores hereditarios
Enfermedades físicas que den lugar a trastornos neuroquímicos, como el hipertiroidismo.
Experiencias personales que han impedido desarrollar mecanismos adecuados para afrontar el estrés.
Patrones de pensamiento inadecuados, como metas poco realistas, o valores o imperativos contraproducentes aprendidos de otras personas importantes, como pueden ser los padres.
Los factores precipitantes también suelen ser diversos, aunque la mayoría de ellos están relacionados con el estrés.

Los efectos físicos de la ansiedad pueden incluir palpitaciones del corazón, taquicardia, debilidad, tensión, fatiga, náuseas y dolor en el pecho y dificultad para respirar, dolores de estómago o dolores de cabeza. A medida que el cuerpo se prepara para hacer frente a una amenaza, la presión arterial, frecuencia cardiaca, transpiración, el flujo de sangre a los principales grupos musculares se incrementan, sistemas inmunológico y digestivo, las funciones se inhiben (la lucha o la huida de respuesta). Los signos externos de ansiedad pueden incluir palidez, sudoración, temblores, y la dilatación pupilar. Alguien que tiene ansiedad también podría experimentar subjetivamente como un sentimiento de temor o pánico.
A pesar de que los ataques de pánico no son experimentados por cada persona que tiene ansiedad, sí son un síntoma común. Los ataques de pánico por lo general vienen sin previo aviso y, aunque el miedo es irracional, por lo general, la percepción subjetiva de peligro es muy real.
Una persona que experimenta un ataque de pánico a menudo se siente como si él o ella estuviesen a punto de morir o perder el conocimiento. Las personas con trastorno de pánico tienden a sufrir de ansiedad, el temor de sufrir un ataque de pánico puede conducir al desarrollo de las fobias.

Los efectos emocionales de ansiedad pueden incluir, sentimientos de aprensión o miedo, dificultad para concentrarse, sensación de tensión o nervioso, anticipando lo peor, irritabilidad, inquietud, mirando (y esperando) en busca de signos (y ocurrencias) de peligro, y, sintiéndose como en su mente, queda en blanco, así como Las pesadillas o malos sueños, obsesiones acerca de las sensaciones,
Deja vu, un sentimiento atrapado en su mente, y la sensación de que todo lo que da miedo.

La  ansiedad puede incluir pensamientos acerca de los peligros supuestos, como el miedo de morir. Es posible que el miedo de los dolores en el pecho es un ataque cardíaco mortal o que los dolores punzantes en la cabeza son el resultado de un tumor o un aneurisma. Se siente un miedo intenso cuando se piensa en morir, o tal vez pensar en ello más de lo normal, o no puede sacarlo de tu mente.

Tratamiento: El diagnóstico y el tratamiento, lo aconsejable es que sea compartida por un lado psicoterapia cognitiva y el acompañamiento con el tratamiento psiquiátrico, con psicofármacos. Sí o sí los trastornos de pánico, las fobias sociales, trastornos de ansiedad, tienen que ir acompañados del tratamiento psicoterapéutico y el psiquiátrico, el psicólogo aplica técnicas de enfrentamiento, de relajación,  da psicoinformación para conocer la enfermedad y aprender a manejarla, a afrontar cuando se presenten las crisis, todas las herramientas para un buen manejo de la enfermedad, y los psicofármacos son necesarios para calmar el estado de ansiedad, los síntomas a nivel fisiológico.

sábado, 28 de julio de 2012

Síndrome del perfeccionista


Podemos definir el perfeccionismo como la creencia de que la perfección se puede y se debe conseguir. Todos somos perfeccionistas en algún momento, pero si nuestro perfeccionismo pasa a ser patológico basaremos todas nuestras acciones en la creencia de que sólo podemos aceptar lo que pueda ser hecho a la perfección, lo cual nos puede provocar baja autoestima, depresión y puede terminar por dañar nuestras relaciones personales.

Es cierto que el perfeccionismo tiene un lado positivo, como es que nos va a ayudar a hacer las cosas lo mejor posible en cada momento y a no rendirnos ante los obstáculos, haciendo que no nos detengamos hasta lograr el objetivo que perseguimos. Este tipo es lo que se denomina adaptado, ya que nos permite ser más felices y lograr nuestras metas.

Sin embargo, cuando es patológico, nos puede llevar, entre otras cosas, a la procrastinación, es decir, a retrasar indefinidamente el comienzo de cualquier tarea por miedo a no realizarla a la perfección. Este sentimiento, además, nos hará ser muy duros con nosotros mismos, despreciándonos por no ser capaces de llevar a cabo tareas que otros realizan con relativa facilidad, lo cual termina por dañar nuestra autoestima.

También puede tener consecuencias negativas en el ámbito laboral, ya que querer hacer todo perfectamente puede llevarnos a no rendir todo lo que podemos y a demorarnos en la entrega de las tareas, lo que hace que no podamos demostrar nuestra valía y competencia, actitud que muchas veces puede desembocar en la pérdida del empleo.

Por otra parte, esta necesidad de lograr la perfección en cualquier área de nuestra vida nos lleva a estar en un permanente estado de ansiedad que nos puede llevar a la depresión y a no intentar conseguir ninguna de nuestras metas, tanto personales como profesionales, por miedo a no ser perfectos.

El tratamiento de este síndrome consiste en que el terapeuta haga ver al sujeto que no son válidas las dualidades del todo o nada, haciendo desaparecer poco a poco la ansiedad que le genera no alcanzar la perfección en la consecución de las tareas mediante terapias cognitivo conductuales.

martes, 10 de julio de 2012

Inteligencia Psicológica


Tener inteligencia emocional significa gobernar adecuadamente nuestros sentimientos y emociones, y no dejarse llevar por su impulsividad. Saber relacionarse con los demás e interpretar sus sentimientos, es decir, tener empatía. Las personas que han desarrollado positivamente las habilidades emocionales tienen mayor autoestima, son más asertivas, son socialmente más adaptativas. Por el contrario, las personas que no controlan su vida emocional mantienen una lucha interna que menoscaba el concepto de sí mismos y disminuye su capacidad de resolver satisfactoriamente los desafíos diarios de la vida.

Mejorar y cuidar la inteligencia emocional puede tener beneficios prácticos: el éxito en el trabajo, la estabilidad en la familia, la correcta educación de los hijos, etc.

Otra característica de tener una sana inteligencia emocional es que nos permite aprender a afrontar los miedos, algo importante en la psicoterapia, el miedo invalida y paraliza, sabotea la acción. El decidir y actuar potenciando las cualidades positivas (la autoestima, la asertividad, la empatía, el optimismo, el afecto, la creatividad, la felicidad, el sentido del humor, etc.) refuerza la salud mental y es una eficaz barrera defensiva ante posibles trastornos psicológicos.

La inteligencia emocional es un conjunto de habilidades que nos permiten percibir y expresar las emociones, usar las emociones para facilitar el pensamiento, entender las emociones y saber gestionarlas, tanto las propias como las de los demás. Para algunos profesionales la piedra angular de la inteligencia emocional es el saber darse cuenta de los propios sentimientos en el mismo momento en que surgen. Es la enseñanza de Sócrates de "conócete a ti mismo". Las personas con elevada inteligencia emocional son socialmente equilibradas, extravertidas y alegres. Saben comprometerse y son responsables, al tiempo que viven con ética. Son afectuosas en sus relaciones con otras personas. Se gustan a sí mismos (tienen autoestima) y su vida emocional es rica y ajustada a las distintas situaciones.

La inteligencia emocional es en gran medida ligada a la autoestima, y viceversa. Por ello, una buena forma de potenciar la inteligencia emocional es promoviendo el incremento de la autoestima. Un camino ciertamente sutil, pero quizás el más sensato y eficaz para ayudar a personas afectadas de algún trastorno psicológico, sea leve o grave.

La inteligencia emocional es una habilidad que puede desarrollarse, aprendiendo a manejar las emociones en el terreno tanto personal como relacional.

El pensamiento emocional está ligado en un aspecto a la actuación, a la puesta en acto allí cuando no hay demasiado tiempo para pensar qué hacer, más ligado a nuestros antepasados pre-humanos y sus condiciones de vida poco previsibles. Evaluar en milésimas de segundo un ambiente hostil a través de un gesto o de un movimiento, tiene relación con él.

Otro aspecto del pensamiento emocional tiene un tiempo prolongado de desarrollo y está más ligado a las emociones. La ira, la ansiedad, la vergüenza, la tristeza, el temor, la sorpresa, las emociones en general como estado de la mente vehemente o excitada, están ligadas al pensamiento emocional.

Es por la acción siempre presente de la inteligencia emocional que comprender racionalmente los cambios de actitud necesarios para mejorar nuestra vida, no es suficiente para que ella realmente cambie. Así como muchas veces sin saber racionalmente bien porqué, hay personas que realizan su vida de un modo altamente satisfactorio para ellas. Es el desarrollo que tiene su inteligencia emocional lo que les dicta ese camino:
Desarrollar una autoestima necesaria y equilibración con la realidad
Saber discriminar entre dificultades e imposibilidades.
Aprender a reconocer los propios sentimientos
Abordar la posibilidad de manifestar y controlar sentimientos positivos y negativos
Desarrollar la aptitud para dar y recibir, la tolerancia a la frustración
la capacidad de demora, en la satisfacción o la acción.
Desarrollar la empatía, como comprensión de los sentimientos de los otros.