miércoles, 27 de julio de 2011

Perdonar

Perdonar no es lo mismo que justificar, excusar u olvidar. Perdonar no es lo mismo que reconciliarse. La reconciliación exige que dos personas que se respetan mutuamente, se reúnan de nuevo. El perdón es la respuesta moral de una persona a la injusticia que otra ha cometido contra ella. Uno puede perdonar y sin embargo no reconciliarse, como en el caso de una esposa maltratada por su pareja.

El perdón, no surge en la persona de manera espontánea y natural. Perdonar sinceramente puede resultar de un gran poder de altruismo. Aquellos que se han quedado sin nada por haber sido desalojados de sus propiedades, los prófugos políticos o los que están fuera de la ley también  los que han soportado el ultraje de la violencia, no pueden dejar de sentir odio y la sensación de venganza. La experiencia liberadora del perdón, aunque llena de dificultades, puede ser vivida también por un corazón herido, gracias al poder curativo del amor.

¿Que involucra el perdón?
El perdón permite liberarse de todo lo soportado para seguir adelante. El perdón opera un cambio de corazón. Debemos ponerle fin al ciclo del dolor por nuestro propio bien y por el bien de futuras generaciones. Es un regalo que debemos proporcionarles a nuestros hijos. Con el perdón podemos pasar del dolor a la compasión.

Perdonar es un proceso complejo. Es algo que sólo nosotros mismos podemos hacer. Paradójicamente, al ofrecer nuestra buena voluntad a la persona que nos ofendió, nos maltrato física o psicológicamente, encontramos el poder para curarnos. Al ofrecer este regalo a la otra persona, nosotros también lo recibimos.

Desde el punto de vista psicológico, hay tres formas básicas de pelear con la ira: 
Negarla. 
Expresarla de muchas maneras mientras disimulamos que no estamos ofendidos.
Perdonar. 

Algunos psiquiatras y psicólogos, aplican una terapia que induce al paciente a perdonar, y comprueban que hay una mejoría considerable. 
La terapia consiste en: Confrontar la rabia interior, la vergüenza, la herida.
La persona puede estar deprimida sin saber por qué, hasta que descubre la causa, oculta por muchos años o sólo por horas.
Reconocer la fuente de la herida, y descubrir el por qué.
Elegir perdonar. 

Aunque perdure la ira y las ansias de venganza, no se elige eso, sino perdonar. Y no tiene que ser sólo por motivos religiosos, sino también por instinto de conservación. Le va a hacer bien psíquica y físicamente.

Buscar una nueva forma de pensar sobre esa persona que nos ha hecho mal. Cuando lo hacemos, por lo general descubrimos que es un ser vulnerable, probablemente con heridas.

Debemos liberarnos del dominio que la persona que nos ha herido ejerce todavía sobre nosotros mediante nuestro odio.
Perdonar libera la memoria y nos permite vivir en el presente, sin recurrencias constantes al pasado doloroso.

"¿Quieres ser feliz un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz toda la vida? Perdona".  Fraile dominico Henri Lacordaire

sábado, 23 de julio de 2011

Cuando el alma duele

Hay estudios que confirman que el ser humano no puede vivir sin una cuota de displacer o malestar. Existe un mecanismo tal en nuestra psiquis que regula la cuota de malestar que todo ser humano puede tolerar. A partir de una cierta cantidad, el organismo sufre siempre y cuando no pueda separarse de la fuente que le origina dicho malestar. De esta manera, se retorna a un estado que podemos definir como placentero y que evita el sufrimiento. Cuando se sobrepasa cierta dosis de malestar se rompen ciertas barreras de defensa y nuestra mente experimenta lo que llamamos dolor.

De los dolores más difíciles de abordar, son los llamados dolores del alma. Cuando nos duele el cuerpo, tenemos una referencia concreta del origen de nuestro dolor pero cuando el dolor es psíquico, la persona siente tristeza, suspira, tiene un hondo pesar, está susceptible ante hechos de la vida cotidiana, todo se le hace más pesado y lo que antes era alegría ahora parece que una sombra ha cubierto su vida.
El dolor del alma es algo difícil de cuantificar.

Sólo la persona que lo siente, sabe lo que le duele su vida. Este dolor aparece ante ciertos hechos, actos, acontecimientos, pensamientos o vivencias, de manera que la persona se siente desamparada, sola, insegura y con miedo. Todas estas circunstancias marcan el poder del dolor.

Hay causas tangibles de dolor como son la pérdida de personas queridas pero con ayuda, algo de esfuerzo y voluntad, se puede sobrellevar siempre y cuando la vida de esa persona esté sostenida por varios pilares. Cuando nuestra necesidad de amor solo la colma una persona, nos arriesgamos a que si la perdemos, nos sintamos tristes, desamparados y perdidos.

¿El dolor de vivir y sufrir para después morir?  Responde a una fórmula cotidiana que tiene que ver con que somos mortales y como se dice popularmente, aquí estamos todos de paso. De manera, que la vida se puede vivir de manera triste o con cierta alegría. Desde el momento que nacemos, estamos condenados a un final. Darnos cuenta que el mundo existía antes de que naciéramos y que va a seguir existiendo después de muertos, para algunas personas es intolerable semejante pensamiento. Esto les hace vivir amargados, sin alegría y lo que debería ser una vida vivida, se convierte en un duro camino que muchos desean su final lo antes posible.

Necesitamos trabajar los dolores del alma, para que sirvan solo de aprendizaje, extrayendo de ellos la capacidad de fortalecernos; aprendiendo que lo mejor de nosotros, aún está en nosotros mismos.

Teniendo en cuenta que si seguimos por el camino del dolor y la lamentación, nos iremos directamente  a una depresión.
Los dolores del alma no se van en un día y no cambian de un momento a otro; y solo quien los siente puede dar testimonio el estrago que causan.

Vamos a empezar por mirar las pequeñas cosas, y tengamos más cuidado con las grandes, que a veces están justo delante de nuestras narices y no las vemos.
Hay tener un poco mas de imaginación, soñar despiertos, ya que el sueño es el combustible de la realización.
Tengamos amigos y seamos el mejor amigo de todos.
Creer en Dios, ya que  sin Él no hay razón en nada.
Tengamos en cuenta que después de la fuerte tormenta, viene la calma y la paz interior.

miércoles, 20 de julio de 2011

La amistad

La amistad es algo que atraviesa el alma,

Es un sentimiento que no se te va
No te digo cómo, pero ocurre justo
Cuando dos personas van volando juntos
Suben a lo alto sobre la otra gente,
Como dando un salto en la inmensidad Y no habrá distancia No la habrá
Ni desconfianza, si te quedas en mi corazón,
Ya siempre
Porque en cada sitio que estés,
Porque en cada sitio que esté,
En las cosas que vives, yo también viviré
Porque en cada sitio que estés,
Nos encontraremos unidos
Uno en brazos del otro, es el destino
En la misma calle, bajo el mismo cielo,
Aunque todo cambie no nos perderemos
Abre bien los brazos mándame un aviso,
No te queda duda, yo te encontraré No estarás ya solo Yo estaré
Continuando el vuelo que
Te lleve con mi corazón,
Ya siempre
Porque en cada sitio que estés,
Porque en cada sitio que esté,
En las cosas que vives, yo también viviré
Porque en cada sitio que estés,
No nos queda más que un camino,
Solo habrá dos amigos, tan unidos
Cree en mí, no te atrevas a dudar,
Todas las cosas que vives
Si son sinceras como tú, y yo,
Sabes tú, que jamás terminarán
Porque en cada sitio que estés,
Porque en cada sitio que esté,
En las cosas que vives, yo también viviré
Porque en cada sitio que estés,
Que esté, porque en cada sitio que esté,
Y que esté
Tú me llevas contigo dentro del corazón
Porque en cada sitio que estés,
Nos encontraremos unidos,
Uno en brazos del otro,
Es el destino
Es el destino
Porque en cada sitio que estés,
Porque en cada sitio que esté,
En las cosas que vives,
Yo también viviré
Fuente: musica.com
Laura Pausini

domingo, 17 de julio de 2011

Emociones el color y su influencia

En nuestras emociones, el color de la luz ambiental influye en como el cerebro procesa los estímulos emocionales.



Investigaciones sobre el efecto inmediato de la luz y de sus colores en el procesamiento de la emoción en el cerebro. Los resultados muestran que el color de la luz tienen influencias en la manera que el cerebro procesa los estímulos emocionales.


Un día solesdo puede hacernos sentir más vitales y optimístas, un día gris y lluvioso más decaídos y melancólicos. Hay un tipo de depresión el trastorno estacional que está muy influenciado por la luz.


Los colores son capaces de transmitir emociones. Si bien hay una psicología del color y algunos colores tienen efectos emocionales universales, en la mayoría de los casos, sus significados son dependientes de la cultura.


En la psicología de los colores están basadas ciertas relaciones de estos con formas geométricas y símbolos, y también la representación Heráldica.


Los colores cálidos se consideran como estimulantes, alegres y hasta excitantes y los fríos como tranquilos, sedantes y en algunos casos deprimentes.


Aunque estas determinaciones son puramente subjetivas y debidas a la interpretación personal, todas las investigaciones han demostrado que son corrientes en la mayoría de los individuos, y están determinadas por reacciones inconscientes de estos, y también por diversas asociaciones que tienen relación con la naturaleza.


El amarillo es el color que se relaciona con el sol y significa luz radiante, alegría y estimulo. El rojo esta relacionado con el fuego y sugiere calor y excitación. El azul, color del cielo y el agua es serenidad, infinito y frialdad. El naranja, mezcla de amarillo y rojo, tiene las cualidades de estos, aunque en menor grado. El verde, color de los campos húmedos, es fresco, tranquilo y reconfortante. El violeta es madurez, y en un matiz claro expresa delicadeza. En estos seis colores básicos se comprenden toda la enorme variedad de matices que pueden ser obtenidos por las mezclas entre ellos y también por la de cada uno con blanco y negro; cada una de estas variaciones participa del carácter los colores de que proceden, aunque con predominio de aquel que intervenga en mayor proporción. El blanco es pureza y candor ; el negro, tristeza y duelo; el gris, resignación; el pardo;(El color pardo es usualmente descrito como una mezcla de los colores verde, gris y miel.) madurez; el oro, riqueza y opulencia; y la plata, nobleza y distinción.


La apreciación de los colores se basa en una coordinación complicada de procesos físicos, fisiológicos y psicológicos.


Cromoterapia
La Cromoterapia es una Terapia que se suele utilizar dentro de la Medicina Natural y que se lleva a cabo a través de los colores en que se divide el espectro de la luz solar.


Sin la luz solar, la vida no sería posible. Su influencia sobre los seres vivos es fundamental. Este poderoso agente natural es, a la vez, un notable elemento curativo.


La Naturaleza proporciona gratuitamente los mejores remedios para preservar la salud y para recuperarla en caso de enfermedad. Sólo los cuatro elementos, debidamente combinados, el sistema naturista ha venido venciendo muchas de las llamadas " enfermedades incurables ". La Cromoterapia es una de las facetas de la Medicina Natural.


Conocida desde las más antiguas civilizaciones, la investigación médica ha redescubierto ahora este medio de curación natural que brinda a la humanidad la posibilidad de alcanzar la salud sin caer en el riesgo de las venenosas drogas sintéticas de la Medicina moderna. Mediante los diversos rayos de la luz solar, visibles e invisibles, se pueden sustituir con éxito centenares de los medicamentos hoy en uso.


Químicamente muy rica, la luz solar transmite esta riqueza a la Tierra, de manera que pueda ser asimilada por los organismos vivos : animales y plantas.


De hecho, los colores existen en todas las sustancias del Universo. La ciencia demuestra que cada una de ellas tiene un espectro propio, desde los simples átomos a las más lejanas galaxias.


La utilización de los colores en la prevención y en el tratamiento de las enfermedades, se basa en el hecho de que los sentidos tienen una gran influencia sobre la mente, haciendo permeable al ser humano según la información que recibe.


Así, de modo parecido al de las plantas, que transforman la luz solar en energía por medio de la fotosíntesis, los seres humanos, al percibir la luz coloreada, pueden asimilar sus diversas vibraciones sutiles y aprovecharlas para regular eventuales desarreglos energéticos de su organismo.


La Cromoterapia tiene su propio campo de acción, obteniendo curaciones que otras técnicas no consiguen. Es una terapia suave, ya que no es tóxica ni tiene efectos secundarios, pudiendo ser aplicada en cualquier edad y asociarse con otras medicinas para potenciar sus efectos.

La función de la Cromoterapia. en síntesis, consiste en activar los mecanismos de defensa del organismo. Que esto lo consiga a través del plano psíquico es tanto más comprensible por cuanto, aparte de sus efectos terapéuticos, los colores influyen y son influidos a distintos niveles.


El color tiene una inmensa afinidad con las emociones, los egipcios usaban el color con fines curativos. Los griegos de la antigüedad hicieron del color una ciencia. El color es una ciencia pero también una filosofía profunda, ambos aspectos deben de ir de la mano. Isaac Newton fue otro pionero del color y trabajó mucho tiempo antes de descubrir que mirando a través de un prisma, podían verse siete colores.

jueves, 14 de julio de 2011

La imaginación

Imaginación es la capacidad que tiene la mente humana para representar en el pensamiento las imágenes de cosas o hechos reales o ideales.



A través de la percepción tomamos conciencia del mundo que nos rodea, pero además de esto, tenemos también la capacidad de volver nuevamente a representar en nuestro pensamiento estas vivencias, aunque ya no tengamos ante nosotros el objeto o escena percibidos. Para ello, lógicamente juega un papel esencial la memoria o facultad de recordar.


Por medio de la imaginación podemos ver sin ver, es decir, somos capaces de reproducir en imágenes todo cuanto queramos, ya sea real o falso. Lo mismo podemos repasar en nuestra mente la configuración de nuestra casa, aunque no estemos en ella, como si estuviéramos viendo una fotografía, que inventarnos algo fantástico, como un elefante sin orejas y de color azul.


En la imaginación existen varios grados de claridad, desde imágenes borrosas hasta reproducciones nítidas y exactas a la realidad. Naturalmente esta función variará mucho de unas personas a otras y depende de su potencia intelectual.


Tal vez lo más importante de esta facultad mental sea el aspecto creativo de la misma. Podemos imaginar e inventar sin límite alguno, sabiendo que no tiene por qué ser algo real. Aquí radica uno de los más grandes legados del género humano: el arte.


Sin imaginación no existiría la expresión artística en cualquiera de sus modalidades (pintura, música, literatura, etc.). Tampoco existiría el progreso, pues no habría inventores ni investigadores, que fundamentan su trabajo en la imaginación. La imagen inventada se crea en la mente y luego, si es factible, se elabora en la realidad.


Hay dos tipos de imágenes del pensamiento que, por su peculiaridad, merecen ser destacadas:
La imaginación eidética (La memoria eidética o memoria fotográfica, como también se le conoce en términos populares, es una cualidad que muchos se auto atribuyen pero realmente es un don muy escaso. A nivel científico existen muy pocos datos sobre sus causas o funcionamiento, o algunas de las teorías más relevantes).


Es una facultad bastante desarrollada en los niños, pero que se tiende a perder con el crecimiento, aunque algunas personas son capaces de conservarla. Consiste en la capacidad de percibir en la mente una imagen con toda nitidez y exactitud aunque ya no esté presente en la realidad. No sólo se recuerda, sino que se puede ver como si estuviera proyectada en una diapositiva sobre una pared, con gran realismo e incluso corporalidad.


Estas personas, así dotadas, son capaces de relatarnos y enumerarnos un sinfín de objetos distintos que previamente les hemos enseñado en una fotografía o un dibujo, todos ellos en posición exacta y con todo detalle. Debe distinguirse la imagen eidética de la alucinación. Mientras que la primera es totalmente voluntaria y el sujeto la distingue de la realidad, la segunda aparece involuntariamente y confunde al que la padece, pues no sabe con seguridad si es real o imaginaria.


La imaginación onírica. Es la que tiene lugar cuando soñamos dormidos. El mundo de los sueños tiene un capítulo aparte y ahora los mencionamos solamente como producto de la imaginación. Durante el sueño no hay un control voluntario de la capacidad creadora de la mente, aunque algunas personas digan que pueden soñar lo que quieren o dirigir sus sueños hacia los derroteros deseados. También deben diferenciarse de las alucinaciones porque éstas ocurren cuando el individuo está despierto.


En el plano afectivo y sentimental de la persona, la imaginación ejerce una función importante. Primero como causante de variaciones en el estado de ánimo: mediante la imaginación podemos provocarnos sentimientos de tristeza o alegría a través de la creación de situaciones o imágenes conflictivas o placenteras. Y en segundo lugar podemos utilizarla en sentido inverso: para atenuar o reforzar una sensación. Cuando nos sentimos deprimidos o bajos de ánimo podemos compensar nuestro estado con la fantasía y la ilusión del ensueño (soñar despierto).


Percepciones, vivencias, conceptos y pensamientos pueden ser combinados, en definitiva, constituyendo uno de los fenómenos psíquicos más enriquecedores de la esencia humana.


Curiosamente, este extraño don se lo han auto atribuido algunos personajes famosos como: Tesla, Mozart, Roosevelt y Napoleón.


Tal como no hay digestión sin alimentos, no existen pensamientos sin imágenes. Jean Paul Sartre

martes, 12 de julio de 2011

Depresión Endógena

Existen dos tipos de enfermedad depresiva.

La primera se denomina depresión reactiva, que surge como una reacción extrema ante una emoción exterior muy fuerte, como la muerte de un ser querido, el final de una relación amorosa o incluso una pérdida financiera.


La segunda, es llamada depresión endógena o melancolía. Aparece sin causa aparente ni factores desencadenantes como un divorcio, y se considera que está relacionada con una alteración de los neurotransmisores o desbalance químico del cerebro.


La depresión endógena representa una forma particular de trastorno depresivo, con alteraciones de pensamiento, emocionales y motoras específicas. Es considerada como un subtipo de depresión mayor, y se suele tratar como una depresión grave.

Recibe también los nombres de "melancolía" o "depresión autónoma" entre otros.
La Mujer melancólica es incapaz de adecuar sus reacciones emocionales a las situaciones ambientales durante la enfermedad, es decir, tiene suprimida su capacidad de reacción emocional, no le importa nada de lo que pasa alrededor de ella.

La tristeza endógena no es modificable voluntariamente, a pesar de los esfuerzos de la Mujer. Se experimentan sentimientos de inhibición e incapacidad para enfrentar el futuro, desconexión del medio, incapacidad para realizar cualquier esfuerzo, falta de esperanza, y sensación de extrañeza frente al propio estado.


El mayor peligro de la depresión es el deseo de quitarse la vida.
Es la principal causa de suicidio.

Si bien en la depresión endógena suelen tenerse en cuenta los antecedentes familiares, se ha comprobado de modo estadístico que una de cada cuatro mujeres, sufre un decaimiento grave en algún momento de su vida que necesita asistencia médica.

Algunas etapas de la vida, como pueden ser el final de la adolescencia, la menopausia femenina, la entrada en la madurez, la jubilación y en los años inmediatos a ésta, existe una mayor propensión a deprimirse.

La mujer que padece una enfermedad de tipo depresivo, además de sentir una melancolía insuperable, presenta otras manifestaciones, tanto físicas como psíquicas, tales como la pérdida de energía y del apetito, tanto sexual como alimentario, insomnio y, en algunos casos, indigestiones, estreñimiento y dolores de cabeza.

El primer síntoma de una depresión endógena, y el más característico, es una apatía general nada le importa ni le interesa. Esta se percibe tanto en el trabajo como en la vida familiar y el ocio, e incluso se puede extender al cuidado personal e higiene.

Quienes padecen depresión corren el riesgo de sufrir trastornos psicológicos graves, cuyos síntomas pueden ser una disminución de la capacidad de concentración, percepción negativa del medio exterior, sentimientos de culpabilidad y autodesprecio, delirios persecutorios, o alucinaciones y pensamientos de muerte o suicidio.

En ocasiones el síntoma más evidente de la depresión es la ansiedad aguda, que genera inquietud y agitación; la intensidad de estos síntomas varía a menudo, según la hora del día.


Por lo general, La Mujer que sufre una depresión endógena se despierta temprano, con aspecto triste o abatido, que suele disminuir o desaparecer a medida que avanza el día.


La clase y la gravedad de los síntomas determinan el tratamiento médico, que se basa en una combinación de psicoterapia y de medicamentos, como antidepresivos y estimulantes.


Estos últimos se utilizan en casos leves, mientras que los antidepresivos, que son los más prescritos por los médicos, se aplican en el tratamiento de las depresiones más graves.


El estrés, La melancolía, depresión, dificulta la paz interior, afecta nuestra salud, la felicidad y la vida. Para evitarlo, renunciemos a querer lograr objetivos de manera acelerada y forzosa. Aprender a utilizar el tiempo en forma adecuada. Evitar tensionarse por querer hacer varias cosas a la vez. No empujemos el río, dejémoslo correr a su ritmo. No amargarse imaginando futuros llenos de dificultades. Mirar nuestros problemas con objetividad y hasta con buen humor y sacar provecho de nuestros errores.

domingo, 10 de julio de 2011

Aceptar no Resignar

Aceptar es acoger, recibir, consentir, decir sí a lo que es o sucede. De acuerdo al Diccionario filosófico, es la única forma, es decir, en conformidad, indisolublemente, con la naturaleza y la razón. ¿Rechazar algo? ¿Para qué, si eso no modifica en nada lo que es? Más vale aceptar y actuar.

La vida nos pone permanentemente en contacto con situaciones en las que nuestros deseos, expectativas, planes se ven truncados por imponderables. Si no estamos en contacto con esta verdad, vivimos insistiendo e insistiendo en que las cosas sean diferentes de lo que son.

En el día de ayer fui a visitar una amiga entrañable, hermana de la vida, que esta pasando su peor momento, hace cuatro meses se mato su hijo de 16 años en un accidente de moto, no tienen idea lo que se esta viviendo en esa familia, que obviamente tienen dos hijos mas grandes casados y tienen sus hijos, no hay palabras para describir lo que viví en el día de ayer. Una madre que quiere entender porque, quiere encontrar la forma para poder irse con el, que se le fue toda su energia sus ganas, que no tiene motivos para estar en este mundo, de lo único que esta segura es del amor que sintió por ese chico, que era su hijo de la vejez como siempre dijo.


En “Artes del buen vivir” Un profesional señala; “Algunos de los males decisivos que nos aquejan son inevitables. No están en nuestro poder. Muere un ser querido y no pudimos hacer nada para evitarlo.

Eso es el mayor dolor de mi amiga que no pudo hacer nada, y es consciente que tampoco hay cura para su dolor, solo espera poder darse cuenta como hacer para aceptar lo que paso y aprender a vivir con ese dolor el resto de sus días.

El estoicismo y el budismo confluyen en subrayar en la necesidad de aceptar las circunstancias adversas y el dolor. Es decir, aceptar que el dolor es parte de la vida. A esta aceptación del dolor el budismo la llamó desapego y el estoicismo, ‘amor fati’ (amor por los hechos).

Esto no es la aceptación pasiva de la resignación sino la aceptación valiente de lo que ocurre. Lo que es inevitable no debe lamentarse, lo sucedido no puede cambiarse, de modo que es inútil perder tiempo pensando que podría haber sido de otro modo. Los males inevitables hay que soportarlos y reservar nuestra energía para ahorrar los males evitables.

Aristóteles y los estoicos dividen los problemas en dos: los que están en nuestro poder y los que no lo están. Respecto a estos últimos, se trata de entrenarnos para sufrir lo menos posible. La aceptación valiente del dolor, de los problemas, de las angustias es una parte necesaria de la vida. Aunque gran cantidad de cosas no dependen de nosotros, existe algo que sí está en nuestro poder: el modo de reaccionar frente a lo que nos sucede, incluso cuando debemos optar entre dos alternativas que no hemos elegido.

Aceptación no es pasividad, sino lucidez para ver las cosas tal cual son, sin rechazarlas. En este punto, esta actitud se diferencia de la tolerancia: cuando dejamos que los otros nos hagan cosas o que persistan situaciones que nos lastiman o nos hagan sufrir y frente a los cuales podríamos hacer algo. En este caso, deberíamos analizar la situación, y buscar qué pasa con nosotros para no producir los cambios necesarios para salir de la posición de ‘víctima’.

También es difícil aceptar los cambios. Sabemos que todo cambia, pero deseamos que las cosas sean sólidas, estables, seguras. Sufrimos porque nos aferramos a ellas cuando, en realidad, deberíamos soltarlas y renunciar a controlarlas.

Pero esta situación lleva su tiempo, una madre que perdió un hijo no va entender esto que estoy escribiendo, lo entenderá en un tiempo o en años, cada persona es única e irrepetible, por esa razón algunas personas aceptaran mas rápidamente que otras.

La clave de la sanación está en reconocer todo aquello que sintamos como un peso, sea este físico, psíquico o espiritual.
Aceptar
es en primer lugar advertir y admitir nuestras dificultades.
Aceptar es tomar conciencia de que lo que nos sucede es parte de nuestra historia y también necesaria en ella.
Aceptar es también no responsabilizar a los otros por nuestras dificultades, y
Responsabilizarnos para poder efectuar los posibles cambios.
Aceptar es un camino para el descubrimiento de nosotros mismos.
Aceptar: es más que reconocer o admitir simplemente.Es experimentar, estar en presencia de, contemplar la realidad de algo, integrar en mi conciencia.


No puedo vencer un miedo cuya realidad niego. No puedo cambiar unos rasgos que insisto en no poseer. No puedo perdonarme una acción que no reconozco haber cometido. La aceptación de nosotros mismos es la condición previa para el cambio y el crecimiento, y también para la aceptación de los otros. Palabras de psicoterapeuta canadiense Nathaniel Branden.

Aceptar es un camino para el descubrimiento de nosotros mismos.
Algunas personas se rechazan a sí mismas en un nivel tan profundo que no podrán comenzar ninguna labor de crecimiento espiritual hasta abordar este problema. La aceptación de nosotros mismos es nuestra disposición a hacernos cargo de lo que somos, con nuestros pensamientos, emociones y deseos.

Amiga te amo, solo espero serte útil, escucharte mas que nunca, llorar con vos todo lo que haga falta, y poder encontrar con vos la manera de sobrellevar este dolor.

jueves, 7 de julio de 2011

El ejemplo del Águila

El águila es el ave de mayor longevidad de la especie.
Llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40, deberá tomar una seria y difícil decisión.

A los 40 años, sus uñas están apretadas y flexibles, sin conseguir tomar a sus presas de las cuales se alimenta.

Su pico, largo y puntiagudo se curva, apuntando contra el pecho.

Sus alas están envejecidas y pesadas, y sus plumas, gruesas.

Volar se hace tan difícil!!

Entonces, el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentar un dolorido proceso de renovación, que dura 150 días.

Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar.

Después de encontrar ese lugar, el águila comienza a golpear con su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo.

Después de arrancarlo, esperar el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas.

Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, comenzará a desplumar sus plumas viejas.

Después de cinco meses, sale para el famoso vuelo de renovación y para vivir 30 años más...

En nuestra vida, muchas veces tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación.


Para continuar un vuelo de victoria, debemos desprendernos de hechos, costumbres, tradiciones y recuerdos que nos causaron dolor.

Solamente libres del peso del pasado podremos aprovechar el resultado valioso que una renovación siempre trae.


Autor desconocido
http://www.psicoweb.unlugar.com/aguila.html

lunes, 4 de julio de 2011

Sintomas de la crisis de angustia - Panic attack

La característica principal de una crisis de angustia es la aparición aislada y temporal de miedo o malestar de carácter intenso, que se acompaña de al menos 4 de un total de 13 síntomas somáticos o cognoscitivos.



La crisis de angustia se inicia de forma brusca y alcanza su máxima expresión con rapidez acompañándose a menudo de una sensación de peligro o de muerte inminente y de una urgente necesidad de escapar.


Los 13 síntomas somáticos o cognoscitivos
1. Palpitaciones

2. Sudoración

3. Temblores o sacudidas

4. Sensación de falta de aliento o ahogo

5. Sensación de atragantarse

6. Opresión o malestar torácicos

7. Náuseas o molestias abdominales

8. Inestabilidad o mareo (aturdimiento)

9. Desrealización o despersonalización

10. Miedo a perder el control o volverse loco

11. Miedo a morir

12. Parestesias

13. Escalofríos o sofocaciones.


Las crisis que reúnen los restantes criterios, pero presentan menos de 4 de estos síntomas, se denominan crisis sintomáticas limitadas.
Los individuos que solicitan ayuda terapéutica por estas crisis de angustia inesperadas acostumbran a describir el miedo como intenso, y relatan cómo en aquel momento creían estar a punto de morir, perder el control, tener un infarto o un accidente vascular cerebral o "volverse locos".
Se describen asimismo un urgente deseo de huir del lugar donde ha aparecido la crisis. Al ir repitiéndose, estas crisis pueden presentar un menor componente de miedo. La falta de aire constituye un síntoma frecuente en las crisis de angustia asociadas al trastorno de angustia con y sin agorafobia.


Características del Panic attack

• Se diferencia de la ansiedad normal por la fuerte intensidad de su invasión.

• Puede aparecer en una amplia gama de Trastornos de ansiedad entre ellos destaca: trastorno de angustia, fobia, social, estrés postraumático.

La crisis de angustia, que se diferencian por el modo de inicio y la presencia o ausencia de desencadenantes ambientales.

La crisis de angustia puede aparecer de forma casi exclusiva inmediatamente después de la exposición de un estímulo o desencadenante ambiental. Ej: ver un animal que nos asuste, una araña, una serpiente,etc.

• Aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos. El diagnóstico diferencial de las crisis de angustia resulta difícil si se tiene en cuenta que no siempre existe una relación exclusiva entre el diagnóstico y el tipo de crisis de angustia.

Por ejemplo, aunque el trastorno de angustia, por su propia definición, requiere que al menos algunas de estas crisis de angustia sean descritas como inesperadas, los individuos con este trastorno declaran frecuentemente haber sufrido crisis de angustia situacionales, sobre todo a medida que avanza el curso de la enfermedad.

sábado, 2 de julio de 2011

Sentimiento de culpa

Ante el fracaso, conviene preguntarnos el "porqué" en lugar del "quién"
Para poder expresarlos y combatirlos, necesitamos reconocer los sentimientos de culpa y aceptarlos.

Cuando sucede algo negativo, tendemos a buscar culpables, se pueden clasificar los tipos de personalidad según se reacciona ante las frustraciones: quienes sistemáticamente se autoinculpan de lo que sucede, quienes piensan que la culpa siempre la tienen los demás y, por último, quienes no echan la culpa a nadie, porque no entran a juzgar o porque no le otorgan excesiva importancia a los contratiempos que la vida nos depara.

Las reacciones de autoinculpación provocan en el individuo un estado de ansiedad cuyo origen podemos encontrarlo en sistemas de educación rígidos. La familia, la escuela o el medio social han estado tradicionalmente cargados de leyes y normas de conducta regidas por el miedo al castigo. Así, hemos ido interiorizando paulatinamente este catálogo represivo hasta que terminan constituyendo parte de nuestra personalidad. Es como un juez o policía que llevamos dentro y que actúa imponiéndose a la espontaneidad de la acción y del pensamiento.

Las personas con este sentimiento de culpa se llenan de obligaciones aunque éstas no les correspondan. Son extremadamente escrupulosos y exigentes a la hora de enjuiciarse y viven pendientes de que el castigo o la sanción puedan caer sobre ellos.
Por otro lado, las reacciones que sistemáticamente inculpan a otros de todo lo negativo que sucede se deben a que el individuo no soporta la carga de la propia responsabilidad cuando surgen las frustraciones, y dirige a los demás la sensación de culpa. Es una forma de liberación que los demás perciben como una conducta agresiva, pero que revela la incapacidad del individuo para criticarse de forma objetiva y serena.

El origen de estas conductas está en estilos de educación permisivos en los que la persona no ha experimentado los límites de su conducta ni las consecuencias de sus errores. Sucede frecuentemente en familias en los que la autoridad de padres y adultos y el respeto a unas ciertas normas de convivencia han sido mal o insuficientemente trabajados con los niños y adolescentes. La educación en libertad y responsabilidad es nuestra asignatura pendiente.

Y la actitud de reaccionar ante las malas noticias no echando la culpa a nadie se asocia a dos tipos de perfil: quienes mantienen actitudes frívolas y no le dan importancia a nada y, por otra parte, quienes mostrándose responsables y conscientes, optan por no teñir las relaciones interpersonales de sentimientos de culpa para evitar la negatividad que ello acarrea.

Muchas de las frustraciones que originan los sentimientos de culpa se producen porque se tiene una idea de nuestra capacidad o de la de los demás, que, por excesivamente optimista, no se atiene a lo real. Por tanto, la primera estrategia para combatir el sentimiento de culpa es cultivar el sentido de la realidad, lo que supone aceptar, aunque resulte doloroso, qué y quién es cada uno. Para ello, es necesario trabajar la autocrítica mediante la reflexión y tomando en consideración las observaciones que nos hacen las personas que nos manifiestan más afecto y confianza. Determinaremos así las causas de las situaciones conflictivas para aprender de los fracasos y no volver a cometer esos o similares errores.

El objetivo es doble: el esclarecimiento de la situación y la desactivación del proceso de adjudicación de culpas. Lo inteligente y provechoso es identificar los errores, reconocer la causa, asumir la responsabilidad cuando nos compete y, ya después, tomar medidas para rectificarlos y para no volver a caer en la misma piedra. Limitarnos a sentir culpa es como encadenarnos de por vida por lo que ocurrió en el pasado, lo que conduce a un estado de ansiedad que puede derivar en depresiones. Sentir culpa sólo resultará útil cuando esta sensación pueda convertirse en acción. Cuando se aceptan los errores sin sentir un fracaso definitivo y paralizante, el error puede percibirse como una oportunidad de aprendizaje, como una fuente de información de qué cosas van bien y cuáles no.

Se trata de un proceso de autoaceptación y mejora que genera autoestima, de aprender a querernos a partir de un diagnóstico certero sobre nuestras acciones menos logradas y nuestras posibilidades de intervenir sobre ellas. Respecto a la culpa que podemos sentir por los errores ajenos, conviene plantearse si uno es responsable (o en qué medida lo es) de las vidas de los demás.

Cada uno tiene su propio periplo vital y debe asumir su responsabilidad sobre lo que en ese viaje acontece. Estos sentimientos de culpa por los demás parten del convencimiento íntimo de que ellos dependen de nosotros. Es como si a partir de esa vinculación se hubiera establecido una dominación. Permitir a la otra persona vivir su vida nos permite a cada uno vivir la nuestra del mismo modo, con libertad y responsabilidad. Quienes viven a nuestro alrededor van a desarrollarse incluso a pesar de nosotros, sin una ayuda, la nuestra, que pueden percibir como agobiante. Es un alivio comprobar que uno no tiene toda la responsabilidad en lo que a otros les suceda, pero hay que saber asumir esa soledad que podemos sentir cuando aceptamos que los demás vivan sin depender de nuestros juicios y opiniones.

Identificar los sentimientos de culpa.
Analizar en qué situaciones sobreviene.
Aceptarlos como normales y pensar que son comprensibles.
Al reconocer y aceptar estos sentimientos de culpa, resulta más fácil expresarlos y combatirlos
Expresar los sentimientos de culpa.
Hablar con otras personas (si es necesario, con profesionales) del tema puede ayudar a aliviar este pernicioso sentimiento.
Analizar sus causas.
Buscar las razones de estos sentimientos puede contribuir a hacerlos más comprensibles y aceptables.
Reconocer nuestros propios límites.
Aprender a dejar vivir a los demás.