
Nuestra cultura marca, cada vez más, la importancia de la imagen.
Muchas personas están en una constante lucha por ser consideradas exitosas, inteligentes, justas, eficientes, atractivas.
Buscan tener una apariencia positiva, y de esta manera, agradar y ser queridas. Que nunca los demás se decepcionen de ellas, llega a ser un fin en sí mismo.
No se ve, en lo que va transcurrido de este siglo, ningún signo de que el asunto varíe. Al revés, se prevé una actitud aún más rígida.
En la práctica de la psicoterapia se aprecia claramente esta dependencia del juicio de los otros para valorizarse a sí mismo. Tan frecuente es esta problemática que las depresiones severas, la ansiedad social, el temor a hablar en público, la timidez, la anorexia, la bulimia y la obesidad, muchas veces, son consecuencia de esta forma de enfrentar la vida.
Las investigaciones señalan que este culto a la imagen proviene de factores de interacción familiar que se han ido imponiendo en la sociedad moderna. Constantemente muchos padres les están mostrando a sus niños que lo más importante es que los demás tengan una buena opinión de ellos. Por lo tanto, lo único que vale es mostrar una faceta positiva de uno mismo.
Así todos los conflictos se esconden, no se permite la expresión de emociones ni de opiniones.
Se pierde totalmente la espontaneidad. Se valorizan en grado extremo las formalidades.
Aparece la imagen de padres e hijos perfectos.
Pero es sólo una fachada. El niño aprenderá a valorizarse, no de acuerdo a sus propios referentes personales, sino según el juicio de uno de los padres, el que decida elegir.
De adulto, continuará dependiente de personas significativas para él. Como puede deducirse, su estilo de vida va a consistir en evitar el exponerse.
Situaciones de vida tan posibles como una separación, el fracaso de una carrera, la cesantía, gatillarán serios problemas emocionales. Depresión, rabia o ansiedad. La terapia consiste en definir su propio valor. Esto se logra, primeramente, haciendo que el paciente tome conciencia de las situaciones en que se define a través de los demás. Posteriormente, conseguir que cambie el punto de vista, que aprenda a tomar el juicio de los otros como información que tiene que ver con la persona que lo emite. Es decir, tiene que ver con el otro y no con uno.
Muchas personas están en una constante lucha por ser consideradas exitosas, inteligentes, justas, eficientes, atractivas.
Buscan tener una apariencia positiva, y de esta manera, agradar y ser queridas. Que nunca los demás se decepcionen de ellas, llega a ser un fin en sí mismo.
No se ve, en lo que va transcurrido de este siglo, ningún signo de que el asunto varíe. Al revés, se prevé una actitud aún más rígida.
En la práctica de la psicoterapia se aprecia claramente esta dependencia del juicio de los otros para valorizarse a sí mismo. Tan frecuente es esta problemática que las depresiones severas, la ansiedad social, el temor a hablar en público, la timidez, la anorexia, la bulimia y la obesidad, muchas veces, son consecuencia de esta forma de enfrentar la vida.
Las investigaciones señalan que este culto a la imagen proviene de factores de interacción familiar que se han ido imponiendo en la sociedad moderna. Constantemente muchos padres les están mostrando a sus niños que lo más importante es que los demás tengan una buena opinión de ellos. Por lo tanto, lo único que vale es mostrar una faceta positiva de uno mismo.
Así todos los conflictos se esconden, no se permite la expresión de emociones ni de opiniones.
Se pierde totalmente la espontaneidad. Se valorizan en grado extremo las formalidades.
Aparece la imagen de padres e hijos perfectos.
Pero es sólo una fachada. El niño aprenderá a valorizarse, no de acuerdo a sus propios referentes personales, sino según el juicio de uno de los padres, el que decida elegir.
De adulto, continuará dependiente de personas significativas para él. Como puede deducirse, su estilo de vida va a consistir en evitar el exponerse.
Situaciones de vida tan posibles como una separación, el fracaso de una carrera, la cesantía, gatillarán serios problemas emocionales. Depresión, rabia o ansiedad. La terapia consiste en definir su propio valor. Esto se logra, primeramente, haciendo que el paciente tome conciencia de las situaciones en que se define a través de los demás. Posteriormente, conseguir que cambie el punto de vista, que aprenda a tomar el juicio de los otros como información que tiene que ver con la persona que lo emite. Es decir, tiene que ver con el otro y no con uno.