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martes, 29 de junio de 2010

La marca de la enfermedad mental


Una de cada cuatro personas padece una enfermedad mental a lo largo de su vida. En la gran mayoría de los casos, la superará y en otros, si bien la enfermedad perdura, el paciente, con ayuda de familiares, amistades y profesionales, será capaz de afrontar su situación. También puede ser un proceso largo y doloroso, no sólo por la gravedad de su patología, sino por la imagen negativa que la sociedad posee de las personas con enfermedad mental. Gran parte del sufrimiento que padecen estas personas tiene su origen en el rechazo, la marginación y el desprecio social que tienen que soportar, y no en la enfermedad en sí misma.

La percepción social de la enfermedad mental está sesgada por el desconocimiento y la desinformación, e influye en el aislamiento de las personas que la padecen, haciéndoles creer que su enfermedad es una piedra demasiado pesada de la que no podrán sobreponerse, y poniendo barreras a su recuperación. El estigma de la enfermedad mental, sustentado en prejuicios y discriminación social, debe combatirse por lo injusta, dolorosa, cruel y por no tener base científica.

La estigmatización es casi siempre inconsciente, basada en erróneas concepciones sociales, arraigadas en la percepción colectiva. Por ejemplo, que una persona con esquizofrenia es violenta e impredecible y no podrá nunca trabajar o vivir fuera de una institución ni tener una vida social. Que una persona con depresión es débil de carácter. Que no puede casarse ni tener hijos. Que la enfermedad mental no tiene esperanza de curación. Que es imposible ayudarle.

Y tiene diversas fuentes. Los vecinos que se sienten incómodos con estas personas, evitan cruzarse con ellas y desearían que en el edificio no hubiera gente así. Los empleadores relegan a funciones de menor responsabilidad. Los periodistas que reflejan las creencias erróneas de la sociedad, como parte de la sociedad que son, y las transmiten en sus informaciones. También los profesionales socio-sanitarios, incluidos los de salud mental, son fuente para la estigmatización cuando en la consulta ven sólo la patología y no a la persona. La propia familia, que por causa del estigma siente vergüenza y esconde la enfermedad, la niega y con ello también niega a la persona.

El estigma de la enfermedad mental viene heredado de siglos de incomprensión, de una mentalidad proclive a encerrar al loco y alejarlo en lugar de ayudarlo desde una perspectiva de salud e integración. El loco pasó a ser un ciudadano. Pero desmantelar el estigma de la conciencia colectiva parece una tarea mucho más difícil. Las barreras de los antiguos manicomios han dejado paso a otros muros, invisibles, que mantienen el aislamiento e impiden la total recuperación de los pacientes, mediante prejuicios y tópicos que los encierran en su enfermedad.

El silencio que rodea a cualquier problema de salud mental forma parte del problema. Las enfermedades mentales están silenciadas, ausentes e invisibles. Están muy cercanas pese a que siguen siendo grandes desconocidas para la sociedad. La realidad es que una de cada cuatro personas padece una enfermedad mental a lo largo de su vida, y eso son muchas personas. Puede ser una amiga, un novio, un padre, una hermana o un compañero de trabajo.

Una de cada cuatro personas padece una enfermedad mental a lo largo de su vida. Es necesario que nos cuestionemos la visión que poseemos de la enfermedad mental y nuestras actitudes con quienes la padecen. Tenemos múltiples barreras que superar. También hay mucho que ganar.

jueves, 25 de marzo de 2010

Citas: Guerra, encanto, nacionalismo


La necesidad de ser correcto: La muestra de una mente vulgar.

Para la mayoría de los hombres la guerra es el fin de la soledad. Para mí es la soledad infinita.

Si el mundo fuese claro, el arte no existiría.

Un intelectual es una persona cuya mente se mira a si misma.

El encanto es la manera de conseguir la respuesta “Si” sin haber realizado una pregunta clara.

La capacidad de atención del hombre es limitada, debiendo ser constantemente espoleada por la provocación.

Amo demasiado a mi país para ser nacionalista.

No esperes por el juicio final. Se lleva a cabo cada día.

Nadie se da cuenta de que hay alguna gente que gasta excesiva energía simplemente para parecer normal.

Es un tipo de esnobismo espiritual lo que hace a la gente pensar que pueden ser felices sin dinero.

No puedes adquirir experiencia haciendo experimentos. No puedes crear la experiencia. Debes experimentarla.

¿Que es un rebelde? Un hombre que dice no.

Raramente confiaremos en alguien que es mejor que nosotros.

No camines detrás de mí, puedo no guiarte. No andes delante de mí, puedo no seguirte. Simplemente camina a mi lado y sé mi amigo.

La estupidez insiste siempre.

La amistad puede convertirse en amor. El amor en amistad nunca.

Toda forma de desprecio, si interviene en política, prepara o instaura al fascismo.

El artista debe estar siempre con aquellos que padecen la historia, no con los que la hacen.

Algunas veces pienso en lo que los historiadores del futuro dirán de nosotros. Una sola frase será suficiente para definir al hombre moderno: Fornicaba y leía periódicos.

¡Quien necesita piedad, sino aquellos que no tienen compasión por nadie!

Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, al fútbol se lo debo.

El hombre es la única criatura que rechaza ser lo que es.

La libertad no es nada más que una oportunidad para ser mejor.

Nada es más despreciable que el respeto basado en el miedo.

La integridad no tiene necesidad de reglas.

Albert Camus