viernes, 21 de septiembre de 2012

La soledad



La soledad ha sido considerada como un problema clínico, que requiere de una terapia específica. El tema ha cobrado enorme importancia, ya que tiene una alta incidencia, tanto en la población en general como en personas que presentan algún grado de desajuste.

La soledad también se considera como uno de los posibles factores que causan otros desórdenes. Entre ellos depresión, suicidio y graves problemas médicos, como las enfermedades cardiovasculares.

Este problema había sido sistemáticamente negado como un trastorno que requiere de una atención seria, tal vez porque quienes lo sufren no siempre admiten que puede ser la raíz de otros males. O no quieren reconocerse como solos, debido a que experimentan vergüenza de sus sentimientos o de su inadecuación para superar el aislamiento.

Resulta fundamental para el terapeuta diagnosticar correctamente la soledad y determinar si en realidad existe. Porque muchas personas se definen como solas sin serlo en realidad.

¿Qué es la soledad?
Psicológicamente se define como la ausencia, real o percibida, de relaciones sociales satisfactorias, que se presenta con síntomas de trastornos psicológicos y desadaptación, como ansiedad, depresión, insomnio, abuso de drogas y alcoholismo.

Sufren de soledad los individuos que tiene carencia de:
Una persona afectuosa de quien depender.
Alguien que lo atienda.
Oportunidad de expresar sentimientos íntimos a otra persona.
Un grupo de amigos del cual sentirse parte.
Alguien que necesite de su amor, que lo desee físicamente.
Personas con quienes compartir valores e intereses, para compartir actividades recreativas.
Relaciones laborales.
Un sentido de confianza en los amigos íntimos.
Intimidad física en forma regular.

Es importante destacar que existe la soledad crónica en aquellas personas que no han sido capaces de establecer relaciones satisfactorias por un período de varios años y por lo menos a través de dos etapas de su vida, como podrían ser la adolescencia y la adultez joven; o la adultez joven y la edad madura.

También existe la soledad temporal, que incluye un estado de ánimo breve y ocasional de soledad, por ejemplo después del trabajo, o durante los fines de semana.

Los problemas de soledad se tratan en el mismo contexto en que se analiza la depresión.
El tratamiento por lo general incluye cambios conductuales específicos en la forma de iniciar y profundizar sus relaciones sociales del paciente, tanto en el momento actual, como antes de que surgiera el problema.

Por otra parte, los pacientes crónicamente solos a menudo revelan síntomas de depresión, como inactividad, pérdida de energía y pérdida de placer en actividades que para la mayoría resultan agradables. Se sienten aislados, diferentes a los demás; se quejan de que nadie los entiende; que a nadie le importan.
Esta actitud puede ser cambiada. Y el nuevo enfoque terapéutico para tratar la soledad como un problema clínico, permite desarrollar estrategias cognitivas y conductuales.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Afrontar la pérdida de un hijo


Perder un hijo es lo más duro y difícil que le puede pasar a una persona. Superarlo resulta muy complicado y será necesario el apoyo de toda la familia y sobre todo de la pareja para seguir adelante y volver a sonreír. Sin embargo, es una situación tan extrema que puede acabar con la propia relación de pareja si no se supera adecuadamente. En ocasiones, tener otro hijo ayudará a superarlo, aunque hay que saber cuándo es el momento adecuado para ello.

Cualquier muerte nos afecta en mayor o menor medida. Cuando es de una persona cercana o de un familiar aumenta considerablemente ese impacto. En el caso de un hijo, el golpe es una de las emociones negativas más fuertes que se pueden experimentar. Esa experiencia será distinta para cada uno de los padres, que vivirá la situación con iguales reacciones pero con formas particulares de mostrarlas o reprimirlas. Además, no se trata de un proceso con un inicio y un fin determinado sino que más bien se trata de algo continuo que permanecerá durante mucho tiempo, a veces toda la vida, pero que se puede hacer más sencillo de llevar si se trata adecuadamente.

Después de morir un hijo, se sufren diversas etapas y un abanico de sentimientos encontrados se alterna. Los sentimientos más frecuentes son la ira, la sensación de culpabilidad, la enorme tristeza y la presencia de pensamientos irracionales que pueden hacer pensar que se están volviendo locos. La culpabilidad, por ejemplo, se manifiesta como una falta de haber podido hacer algo que hubiese impedido el hecho doloroso; la ira o enojo suele dirigirse hacia quien se piensa es el causante de la muerte, incluso hacia uno mismo o a Dios. Pueden aparecer sentimientos de soledad, de aislamiento personal y social que impidan una comunicación adecuada de ese sentir.

Shock o parálisis. Es la reacción o conmoción momentánea cuando se recibe la noticia de la muerte. Se manifiesta a través de diferentes sentimientos: apatía, embotamiento, hiperactividad. Esta reacción nos defiende del impacto sufrido.

Alivio o relajación. Sigue al funeral y es de corta duración. Dura tanto tiempo como permanezcan los familiares y amigos con los padres.  Se caracteriza por expresiones de aceptación de la muerte, estado de ánimo alternante, entre tranquilo y llanto.

Resentimiento. Cuando los padres se quedan solos, llega el momento de la soledad, la inseguridad, la falta de autoestima, el sentimiento de culpa. Se tiene miedo al futuro y hay una pérdida total de interés hacia el mundo exterior. Hay que comprender lo que está pasando, es bueno que la persona llore y se desahogue.

Recuerdo. Durará más o menos según la persona. Se recuerdan constantemente los hechos acaecidos antes de la muerte. Deseo de recapturar las emociones y experiencias felices con el fallecido.

Reparación. Es un esfuerzo deliberado por reiniciar la vida sin el hijo perdido. Aparecen ideas positivas y racionales. Se cultivan nuevas aficiones, intereses y amigos.

Durante los primeros meses, el aspecto físico también se ve afectado, disminuyendo el tiempo de sueño, aumentando el cansancio, manifestándose pequeñas pérdidas de memoria y falta de concentración.  Esta forma de sentir es absolutamente natural dentro del proceso de duelo,  pero en el caso de permanecer con gran intensidad e interferir de forma significativa en la vida diaria debería ser consultada con un profesional que pueda ayudar a elaborar la situación y mostrarles la mejor forma de poder afrontar esa pérdida.

La primera idea a tener en cuenta es que, aunque resulte extremadamente doloroso, hay que permitir que los padres enfrenten el luto sin evasivas, permitiendo que las emociones y sentimientos se expresen sin reprimirlos. Si se sienten ganas de llorar que lo hagan sin pensar en qué lugar o momento están.

Si en ese momento había decisiones importantes pendientes de tomar, sería buena idea dejarlas para más adelante, en la medida de lo posible hasta que se sientan con la suficiente capacidad para tomarlas adecuadamente.

Intentar que nadie los presione o fuerce a tomar decisiones sobre las pertenencias de sus hijos, la habitación, ropa, juguetes, etc. Los familiares prestarán un mejor servicio dando apoyo emocional y respaldo que intentando ocupar el lugar de los padres, aunque sea con la mejor intención, ya que la elaboración de todo el proceso de duelo debe ser experimentada por ellos mismos.

La pareja debe intentar mantener una buena comunicación, tanto entre ellos, por ejemplo hablando acerca de su hijo, de lo que sienten cada uno por separado, como también a la hora de hablar con los demás, tanto médicos, como familiares o amigos.

No son muchos los padres que acuden a un buen psicólogo para solicitar ayuda. La mayoría no se da cuenta de la posibilidad de ayuda que se les puede prestar y de que se les puede enseñar tanto a manejar las emociones negativas que les atormentan y no les permite entender, fuera de su aislamiento emocional, social y personal, lo que ha ocurrido.

A veces, el dolor, la tristeza y la sensación de culpa son tan intensos y permanecen tanto tiempo en su vida que la misma cambia por completo, convirtiéndose lo que debía ser un duelo normal en algo patológico que necesita de la ayuda de un profesional.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Neurosis fóbicas


La fobia es un miedo irrazonable y desproporcionado que el sujeto experimenta ante ciertos objetos o situaciones. El miedo se desencadena siempre ante el mismo estímulo específico que lo provoca, pese a los esfuerzos del enfermo para vencerlo, comprende que el miedo es absurdo y patológico. Se denomina neurosis fóbica a aquella en que el síntoma dominante es la aparición de este miedo irrazonable ante un estímulo.

Los contenidos de las fobias son variados, y en los antiguos tratados de psiquiatría se incluían listas interminables de las posibles fobias y sus nombres científicos derivados del griego y del latín (agorafobias, claustrofobias, pirofobias, nictofobias, etc.) El paciente no tiene ningún interés aprender tales nombres. Hoy en la descripción del cuadro clínico se indica: “Fobia a las flores, a los mosquitos, a los espacios cerrados, etc”. Según sea el objeto manifiesto de la fobia.

La reacción fóbica, como los demás mecanismos neuróticos, aparece en cierta medida en los individuos normales. Durante la infancia son frecuentes las reacciones de pánico ante la oscuridad, la soledad, los perros, etc., que llegan a fijarse si el ambiente familiar es patógeno, formando estos miedos infantiles la base de una neurosis fóbica en la vida adulta.

La relación entre neurosis de angustia y neurosis fóbica es evidente. La diferencia esta en que en la neurosis de angustia la reacción de temor aparece espontáneamente, y en cambio en la fóbica la angustia brota ante un determinado estímulo, siempre el mismo.

El estímulo ante el cual surge la angustia es sólo su causa aparente; en realidad no es más que un sustituto, al que el sujeto ha desplazado inconscientemente la angustia derivada del estímulo latente, reprimido en el subconsciente y por tanto olvidado.

Así, en la fobia hay una causa aparente (el estímulo que provoca la aparición de angustia) y una causa real (el acontecimiento traumático olvidado que se simboliza en la causa aparente). Por ejemplo, una fobia a color rojo (causa aparente) puede encubrir un acontecimiento dramático de la infancia de la víctima, el asesinato de sus padres y quedó salpicado de su sangre. Una vivencia de este tipo es tan traumática que el psiquismo se defiende en ocasiones relegándola al subconsciente; en estos casos el sujeto la olvida pero permanece en el fondo de su mente. Cuando un estímulo por asociación de ideas puede resucitar este recuerdo (en el ejemplo, el color rojo) el psiquismo se defiende poniendo en marcha la reacción fóbica, que lo obliga a apartar el pensamiento del estímulo y rompe así la cadena que podría revivir el recuerdo traumático insoportable.

Las fobias tienen un carácter defensivo. El neurótico obtiene un beneficio de su fobia (en el ejemplo anterior le libra de revivir la escena), pero paga un precio excesivo (la claustrofobia puede impedir viajar en avión, una agorafobia fobia a los espacios abiertos puede coaccionar al neurótico fóbico a no salir de su casa, con las graves limitaciones que se derivan, etc).

Los síntomas de la neurosis fóbica aparecen en cuanto el sujeto se pone en contacto con el objeto de la fobia. Las sensaciones subjetivas son idénticas a las de la neurosis de angustia; desazón, inquietud, temor.

Si el individuo intenta sobreponerse a la fobia, aparece una desazón creciente y la angustia adquiere tales proporciones que puede llegar a provocar una reacción tempestuosa de temblores, gritos y movimientos desordenados, o de pérdida de la conciencia.
El tratamiento de las fobias es psicoterápico.
La psicoterapia (tratamiento que no recurre a psicofármacos) de las neurosis fóbicas consiste en seguir a la inversa el camino que va desde el trauma de origen hasta el síndrome fóbico actual, pasando por las etapas intermedias de desplazamiento, represión, substitución, sensibilización y proyección. Hoy se emplea mucho por su sencillez y eficacia la técnica de descondicionamiento de la angustia, según el esquema de la teoría del aprendizaje.

jueves, 30 de agosto de 2012

Psicología Positiva


Terapia en la actualidad
Durante muchos años la psicología y la psicoterapia hicieron foco en los aspectos patológicos del ser humano, con lo cual, a los consultorios llegaban solo las personas que padecían una enfermedad, aquellos quienes habían descubierto que tienen alguna enfermedad psicosomática, orgánica, o síntomas que les impiden el desarrollo normal de sus vidas.

La psicología es una ciencia de la salud y no de la enfermedad, por lo que se supone, que debería ocuparse no solamente de asistir para aliviar el padecimiento de algunas personas, sino también de poder ayudar a identificar y desarrollar las fortalezas y virtudes y actitudes positivas de las personas.

Los terapeutas no deberían trabajar únicamente con los padecientes, sino que, incluyendo en su trabajo a aquellas personas que gozan de buena salud psíquica, formarían parte de lo que se conoce como prevención en salud.

En este sentido, la psicología no debería basarse solamente en la enfermedad, en “aquello que falta”, “Lo que nos falta”, sino que hay que tener presente las fortalezas que cada uno tiene, y aprender a desarrollarás aún más.

Afortunadamente, la mirada psicológica se amplía cada vez más y hoy en día se incluye en la terapia positiva, los aspectos positivos del ser humano y las capacidades de resiliencia que cada persona posee.

¿Qué es la Psicología Positiva?
La psicología positiva es una rama vanguardista de la actualidad psicológica, que con la misma rigurosidad científica, se basa en una nueva perspectiva, la cual pretende comprender los procesos que subyacen tanto en las emociones positivas como en las cualidades del ser humano.

Su nombre hace hincapié en las emociones positivas, en las actitudes, en potenciar las fortalezas y fomentar aquellos comportamientos que generen una buena calidad de vida.
En síntesis, en psicología positiva la atención está focalizada en las cualidades y características positivas del ser humano y en el desarrollo de las aptitudes de superación, autovaloración y autoestima.

Estos desarrollos que hacen énfasis en las características positivas, los vienen aplicando desde hace ya mucho tiempo los psicoterapeutas, médicos y psicólogos que emplean la hipnosis o hipnoterapia en sus tratamientos psicológicos.

Milton Erickson tal vez sea el paradigma de terapeutas psicólogos y psiquiatras que han empleado, motivado y desarrollado los aspectos de una terapia positiva a través de la hipnoterapia y sus enfoques clínicos frente al padecimiento de síntomas y enfermedades, empleándola muchas como una modalidad de terapia breve.

Estudios científicos actuales avalan la posibilidad de cambios reales en las personas, cuando hay un mejoramiento de la calidad de vida.
La felicidad es un proceso, no una meta.

El objetivo de la psicología positiva apunta a mejorar la calidad de vida y prevenir la aparición de posibles patologías y/o trastornos mentales. Es esta rama de la psicología la que apunta a la construcción de competencias y a la prevención.
Este nuevo punto de vista, aporta nuevos conocimientos referidos a la psique humana, los cuales pueden ser utilizados tanto para resolver aquellos problemas de salud mental que padecen los individuos, como también para alcanzar bienestar y una mejor calidad de vida.

Partiendo de emociones positivas, de esperanza, del perdón, saliendo de la depresión, de la comunicación, reconstruyendo el pasado de una manera positiva, del optimismo, podemos alcanzar una vida plena y más feliz, transformando las cosas del día a día en poderosas herramientas para nuestro bienestar.

Gracias a la psicología positiva, podemos aprender a apreciar la vida, abriendo los ojos a aquello que por lo general pasamos por alto.
La felicidad es un proceso, no una meta, es por ello que debemos aprender a disfrutar de cada cosa de nuestras vidas, por más pequeña que parezca.

“Cuan­to mayor sea el nivel de calma de nuestra mente, tanto mayor será nuestra capacidad para disfrutar de una vida feliz.”
Dalai Lama.

“Si un día tienes que elegir entre el mundo y el amor, Recuerda:
Si eliges el mundo quedarás sin amor,
pero si eliges el amor,
con él conquistarás al mundo”
Albert Einstein

miércoles, 22 de agosto de 2012

Trastornos de angustias con Agorafobia


Es un trastorno de ansiedad por el cual una persona tiene ataques de miedos ansiedad intensa. También tiene miedo a estar en lugares en donde podría ser difícil escapar o donde no se podría disponer de ayuda.
La agorafobia generalmente involucra miedo a las multitudes, puentes o a estar solo afuera.
Causas: Se desconocen las causas exactas del trastorno de angustia y agorafobia. Debido a que las crisis de angustia a menudo ocurren en áreas o situaciones donde han sucedido en el pasado, el pánico o angustia puede ser un comportamiento aprendido. La agorafobia algunas veces ocurre cuando una persona ha tenido una crisis de angustia y comienza a tener miedo de situaciones que podrían llevar a otra crisis.
Cualquier persona puede desarrollar un trastorno de angustia o pánico, pero por lo general comienza alrededor de la edad de 25 años y es más común en las mujeres que en los hombres.
Síntomas: Las crisis de angustia implican períodos cortos de síntomas de ansiedad intensa que alcanzan su punto máximo al cabo de 10 minutos. Estos síntomas pueden abarcar:
Molestia o dolor torácico
Asfixia
Mareo o desmayo
Miedo a estar fuera de control
Miedo a morir
Miedo a "enloquecer"
Calores o escalofríos
Náuseas u otro malestar estomacal
Entumecimiento u hormigueo
Corazón acelerado
Dificultad para respirar
Sudoración
Temblor
Debido a la agorafobia, la persona  evita lugares o situaciones porque no se siente seguro en sitios públicos. El miedo es peor cuando el lugar está abarrotado de personas.
Los síntomas de agorafobia abarcan:
Sentir temor de quedarse solo
Miedo a estar en lugares donde el escape podría ser difícil
Miedo a perder el control en un lugar público
Dependencia de otros 
Miedo a la separación o distanciamiento de los demás
Sentimientos de desesperanza
Sensación de que el cuerpo es irreal
Sensación de que el ambiente es irreal
Temperamento o agitación inusuales
Permanecer en la casa por períodos prolongados.
Las personas que sienten pánico o angustia por primera vez algunas veces sienten miedo de que tengan una enfermedad seria o que incluso se estén muriendo. A menudo, las personas acudirán al servicio de urgencias u otros centros de atención de urgencia, ya que piensan que están experimentando un ataque cardíaco.
Un examen físico y una evaluación psicológica pueden ayudar a diagnosticar el trastorno de angustia. Es importante descartar cualquier trastorno médico, como problemas cardíacos, hormonales, respiratorios, neurológicos y de drogadicción. Los exámenes que se deben hacer dependen de los síntomas.
Tratamiento:
El objetivo del tratamiento es ayudar a que el paciente se desempeñe mejor y su éxito por lo general depende en parte de la gravedad de la agorafobia.

El método de tratamiento estándar combina terapia conductual cognitiva con antidepresivos.
Los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina generalmente son la primera opción de antidepresivo.

También se pueden prescribir otros medicamentos ansiolíticos. El médico puede recomendar benzodiazepinas cuando los antidepresivos no ayuden o antes de que hagan efecto.

La terapia conductual cognitiva implica de 10 a 20 consultas con un profesional en salud mental durante muchas semanas. Esta terapia le ayuda a cambiar los pensamientos que causan esta afección y puede involucrar:
Aumentar la comprensión y el control de sentimientos o puntos de vista distorsionados de eventos o situaciones estresantes.
Aprender a reconocer y reemplazar los pensamientos que causan pánico o angustia.
Aprender el manejo del estrés y técnicas de relajación.
Relajarse y luego imaginarse las cosas que le causan ansiedad, trabajando desde la menos hasta la más temida (se denomina terapia de desensibilización y exposición sistemáticas).
También se puede exponer lentamente a la situación de la vida real que causa el miedo para ayudar a superarlo.
Un estilo de vida sano con ejercicio, reposo suficiente y buena nutrición también pueden ser útil.

La mayoría de los pacientes puede mejorar con medicamentos o con psicoterapia conductista; sin embargo, sin una ayuda oportuna y efectiva, el trastorno puede volverse más difícil de tratar.

lunes, 13 de agosto de 2012

Trastornos de la personalidad


En la actualidad existe incontables trastornos de la personalidad estos se caracterizan por patrones de percepción, reacción y relación que son relativamente fijos, inflexibles y socialmente desadaptados, incluyendo una variedad de situaciones.

Cada trastorno tiene particulares características de percepción y de relación con otras personas y situaciones (rasgos personales). Dicho de otro modo, la gente tiende a enfrentarse a las situaciones estresantes con un estilo individual pero repetitivo.

Por regla general las personas con trastornos de la personalidad son tan rígidas que no pueden adaptarse a la realidad, lo cual debilita su capacidad operacional. Sus modos desadaptados de pensamiento y comportamiento se hacen evidentes. Son personas propensas a tener problemas en sus relaciones sociales e interpersonales y en el trabajo.

Las personas con trastornos de la personalidad no son conscientes de que su comportamiento o pensamiento son inapropiados; por el contrario, creen que sus pensamientos y personalidad son normales y correctas.

Tipos de Trastornos:
Paranoide
Esquizoide
Esquizotípico
Histriónico
Narcisista
Antisocial
Límite
Dependiente
Obsesivo-compulsivo
Pasivo-Agresivo


El trastorno de identidad disociativo, anteriormente llamado trastorno de personalidad múltiple, es un trastorno completamente diferente.

Personalidad paranoide
La persona suele proyectar sus propios conflictos y hostilidades hacia otros. Son generalmente frías y distantes en sus relaciones.
Los que tienen una personalidad paranoide frecuentemente intentan acciones legales contra otros, especialmente si se sienten indignados con razón. Son incapaces de ver su propio papel dentro de un conflicto. Aunque suelen trabajar en relativo aislamiento, pueden ser altamente eficientes al punto de sobresalir del resto. A veces las personas que ya se sienten alienadas a causa de un defecto o una minusvalía (como la sordera) son más vulnerables a desarrollar ideas paranoides.

Personalidad esquizoide
La persona suele ser introvertida, ensimismadas y solitarias. Emocionalmente frías y socialmente distantes. A menudo están absortas en sus propios pensamientos y sentimientos y son temerosas de la aproximación e intimidad con otros. Hablan poco, suelen soñar despiertas y prefieren la especulación teórica a la acción práctica. La fantasía es un modo frecuente de enfrentarse a la realidad.

Personalidad esquizotípica

Las personas con una personalidad esquizotípica, igual que aquellas con trastorno de personalidad esquizoide, se encuentran emocional y socialmente aisladas. También desarrollan pensamientos, percepciones y comunicaciones extrañas, a la vez que suelen vestirse de una manera nada peculiar. Aunque estas rarezas son parecidas a las de personas con esquizofrenia, y aunque la personalidad esquizotípica se encuentra a veces en la gente con esquizofrenia antes de que la desarrollen, la mayor parte de los adultos con personalidad esquizotípica no desarrolla esquizofrenia. Algunas personas muestran signos de pensamiento mágico (la idea de que una acción particular puede controlar algo que no tiene ninguna relación con esto). En su lenguaje suelen divagar bastante, usando un pensamiento exageradamente elaborado, artificioso y algo estereotipado.

Personalidad histriónica
Las personas histéricas buscan de un modo notable llamar la atención y se comportan teatralmente. Sus maneras vivamente expresivas tienen como resultado el establecer relaciones con facilidad pero de un modo superficial. Las emociones a menudo aparecen exageradas, infantilizadas e ideadas para provocar la simpatía o la atención (con frecuencia erótica o sexual) de los otros.

Personalidad narcisista
Estas personas tienen un sentido de superioridad y una creencia exagerada en su propio valor o importancia. Puede ser extremadamente sensible al fracaso, a la derrota o a la crítica y, cuando se le enfrenta a un fracaso para comprobar la alta opinión de sí mismos, pueden ponerse fácilmente rabiosos o gravemente deprimidos. Como creen que son superiores en las relaciones con los otros, esperan ser admirados y, con frecuencia, sospechan que otros los envidian. Su comportamiento es a menudo ofensivo para otros, que les encuentran egocentristas, arrogantes o mezquinos.

Personalidad antisocial
Las personas con personalidad antisocial (en otro tiempo llamada psicopática o personalidad sociopática), la mayor parte de las cuales son hombres, muestran desprecio insensible por los derechos y los sentimientos de los demás. Explotan a otros para obtener beneficio material o gratificación personal (a diferencia de los narcisistas, que creen que son mejores que los otros). Característicamente, tales personas expresan sus conflictos impulsiva e irresponsablemente. Toleran mal la frustración y, en ocasiones, son hostiles o violentas. A pesar de los problemas o el daño que causan a otros por su comportamiento antisocial, típicamente no sienten remordimientos o culpabilidad. Al contrario, racionalizan cínicamente su comportamiento o culpan a otros. Sus relaciones están llenas de deshonestidades y de engaños. La frustración y el castigo raramente les ocasionan la modificación de sus conductas.

Estas personas son frecuentemente propensas al alcoholismo, a la toxicomanía, a las desviaciones sexuales, a la promiscuidad y a ser encarceladas. Son propensas a fracasar en sus trabajos y a trasladarse de un sitio a otro. Frecuentemente tienen una historia familiar de comportamiento antisocial, abuso de sustancias, divorcio y abusos físicos. En su niñez, generalmente, fueron descuidados emocionalmente y con frecuencia sufrieron abusos físicos en sus años de formación.

Personalidad límite
Las personas con una personalidad límite, la mayor parte de las cuales son mujeres, son inestables en la percepción de su propia imagen, en su humor, en su comportamiento y en sus relaciones interpersonales (que a menudo son tormentosas e intensas).
Cuando las personas con una personalidad límite se sienten cuidadas, se muestran solitarias y desvalidas, frecuentemente necesitando ayuda por su depresión, el abuso de sustancias tóxicas, las alteraciones del apetito y el maltrato recibido en el pasado. Sin embargo, cuando temen el abandono de la persona que las cuida, su humor cambia radicalmente.


Personalidad dependiente
Las personas con una personalidad dependiente transfieren las decisiones importantes y las responsabilidades a otros y permiten que las necesidades de aquellos de quienes dependen se antepongan a las propias. No tienen confianza en sí mismas y manifiestan una intensa inseguridad. A menudo se quejan de que no pueden tomar decisiones y de que no saben qué hacer o cómo hacerlo. Son reacias a expresar opiniones, aunque las tengan, porque temen ofender a la gente que necesitan. Las personas con otros trastornos de personalidad frecuentemente presentan aspectos de la personalidad dependiente, pero estos signos quedan generalmente encubiertos por la predominancia del otro trastorno. Algunos adultos con enfermedades prolongadas desarrollan personalidades dependientes.

Personalidad obsesivo-compulsiva
Las personas con personalidad obsesivo-compulsiva son formales, fiables, ordenadas y metódicas pero a menudo no pueden adaptarse a los cambios. Son cautos y analizan todos los aspectos de un problema, lo que dificulta la toma de decisiones. Aunque estos signos están en consonancia con los estándares culturales de occidente, los individuos con una personalidad obsesivo-compulsiva toman sus responsabilidades con tanta seriedad que no toleran los errores y prestan tanta atención a los detalles que no pueden llegar a completar sus tareas. Consecuentemente, estas personas pueden entretenerse en los medios para realizar una tarea y olvidar su objetivo. Sus responsabilidades les crean ansiedad y raramente encuentran satisfacción con sus logros.

Estas personas son frecuentemente grandes personalidades, en especial en las ciencias y otros campos intelectuales en donde el orden y la atención a los detalles son fundamentales. Sin embargo, pueden sentirse desligadas de sus sentimientos e incómodas con sus relaciones u otras situaciones que no controlan, con eventos impredecibles o cuando deben confiar en otros.

Personalidad pasiva-agresiva
Los comportamientos de una persona con una personalidad pasiva-agresiva tienen como objetivo encubierto controlar o castigar a otros. El comportamiento pasivo-agresivo es con frecuencia expresado como demora, ineficiencia y malhumor. A menudo, los individuos con una personalidad pasiva-agresiva aceptan realizar tareas que en realidad no desean hacer y luego proceden a minar sutilmente la finalización de esas tareas. Ese comportamiento generalmente sirve para expresar una hostilidad oculta.

viernes, 3 de agosto de 2012

Psicología


El hombre:
El hombre vive en sufrimiento, el hombre vive en felicidad, el hombre vive en llanto, el hombre vive entre risas, el hombre...el hombre vive en un vaivén de emociones y sentimientos que marcan su vida y su destino

La vida:
No des vueltas al pasado,
pues no lo puedes cambiar.
Que no te agobie el futuro:
no sabes si llegará.
Disfruta y vive el presente,
no lo dejes escapar,
porque una vez que se vaya
ya nunca más volverá.

Acontecimiento
El nacimiento es un acontecimiento para el cual no necesitas estar preparado, la muerte es otro acontecimiento para el cual tampoco necesitas estar preparado, sin embargo, la vida es un hecho trascendental para el cual deberías de estar preparado, pero lamentablemente te sientes preparado cuando ya ha pasado la oportunidad de vivir.

El sufrimiento:
No hay razón para buscar el sufrimiento, pero si éste llega y trata de meterse en tu vida, no temas; míralo a la cara y con la frente bien levantada.
(Friedrich Nietzsche)