La fatiga crónica se ha considerado un trastorno psicosomático. Es decir, se trata de un trastorno físico en el que los procesos psicológicos juegan un papel importante.
La fatiga crónica suele acompañarse de otros síntomas como dolores musculares, perturbaciones del sueño persistentes e incapacidad, definida como la disminución o falta de capacidad para llevar a cabo alguna actividad. No poder hacer determinadas actividades laborales, sociales, de ocio etc. debido a la fatiga.
Las personas que se sienten fatigadas suelen reducir su actividad física. No obstante, esta falta de actividad no elimina o reduce la fatiga, sino que la incrementa. La inactividad produce alteraciones en la mayoría de los sistemas corporales y tiene un efecto debilitador que puede afectar a cualquier función del organismo, aunque destacan sus efectos sobre los músculos, el corazón y los procesos psicológicos.
Entre los efectos debilitadores de la falta de actividad se encuentran los siguientes:
Efectos musculares
Reducción de la masa muscular
Atrofia de las fibras musculares
Reducción de la fuerza muscular
Efectos cardiovasculares:
Reducción del volumen sanguíneo
Incremento de la tasa cardiaca
Reducción del volumen de bombeo cardiaco
Efectos psicológicos:
Reducción del deseo de realizar actividades
Incremento de la sensación de fatiga tras el ejercicio
Depresión
Por tanto, la fatiga puede hacer que una persona entre en un círculo vicioso en el que la inactividad reduce el deseo de llevar a cabo cualquier actividad, incrementando de este modo la sensación de fatiga.
Una evaluación psicológica puede ser tan importante como la revisión médica para saber qué pasa y qué tratamiento es el más adecuado en cada caso.
Evitar las grandes oscilaciones de actividad. No pasar de la completa inactividad a desear hacerlo todo de golpe. Mantener un nivel de actividad estable y equilibrada.
Aprender técnicas de solución de problemas, afrontamiento y manejo de situaciones estresantes. Un psicólogo puede ayudarte en esto.
Mantener un horario de sueño estable, dormir en horarios apropiados y en el dormitorio, no en un sillón.
Si las tareas se acumulan y nos sentimos abrumados, la fatiga puede aumentar. Por tanto, elaborar una lista de prioridades y centrarse en ellas, descartando lo demás; establecer al principio metas cortas y fáciles de lograr.
Procurar llevar a cabo actividades agradables, que impliquen contacto con otras personas.
Saco abrigadito
Hace 12 años