Las personas con trastornos de este tipo presentan una serie de quejas y síntomas físicos, pero las pruebas médicas realizadas no indican enfermedad orgánica alguna o, si hay alguna enfermedad, no puede explicar sus síntomas, ya que el origen de dichos síntomas es psicológico.
Suelen presentarse en las consultas de los médicos convencidos de que sus síntomas se deben a alguna enfermedad física y a menudo no aceptan la posibilidad de una etiología psicológica. Los síntomas aparecen en periodos de estrés.
Muchas personas tienen a veces síntomas de este tipo sin que por ello padezcan un trastorno somatomorfo. Para diagnosticar este trastorno es necesario que los síntomas sean lo bastante graves como para interferir en la vida de estas personas relaciones, trabajo, etc e impedirles funcionar con normalidad.
Las continuas quejas de dolor o síntomas físicos tendrían la función de obtener la atención de dichas personas y modificar su comportamiento, aunque esto se realiza de un modo inconsciente. Sin embargo, las quejas prolongadas infundadas suelen acabar suscitando más rechazo, el cual a su vez agravaría los síntomas.
Se ha visto que es más frecuente en personas cuyos padres o madres han padecido enfermedades físicas o trastornos somatomorfos durante la niñez del paciente, sobre todo si obtenían algún beneficio de dichos síntomas. De este modo, siendo niños aprenden un modo de comportarse que consiste en utilizar los síntomas físicos para obtener atención, afecto, evitar situaciones estresantes, etc.
El abuso físico y sexual en la infancia, así como una historia de secretos familiares suele ser también un antecedente de estos trastornos. En estos casos suele darse una represión de las emociones, por ejemplo, cuando una familia niega la existencia de los abusos y nunca habla de ellos, de modo que los conflictos que no pueden ser expresados emocionalmente acaban siendo expresados mediante síntomas físicos. A veces es también un modo de pedir ayuda sin tener que hablar ni contar lo sucedido, como puede pasar en casos de abusos sexuales en la infancia.
Los trastornos somatomorfos se dividen en cinco trastornos principales:
Trastorno de somatización
Trastorno por dolor
Trastorno dismórfico corporal
Trastorno de conversión
Trastorno de somatización; En el pasado, este trastorno recibía el nombre de histeria. Consiste en la aparición de numerosos síntomas físicos que comienzan antes de los 30 años y causan un mal funcionamiento en la vida de estas personas. Durante la exploración médica no aparece ninguna enfermedad o bien si aparece alguna no explica todos los síntomas.
Trastorno del dolor; El síntoma principal es el dolor en una o varias zonas del cuerpo. Se trata de un dolor intenso que afecta y dificulta el funcionamiento de estas personas en áreas importantes de su vida, trabajo, relaciones, etc. A veces se trata de un dolor agudo, con menos de seis meses de duración, aunque otra vez se acaba volviendo crónica.
Trastorno dismórfico corporal; Consiste en una gran preocupación con algún pequeño defecto físico real o imaginado. Si dicho defecto existe, la preocupación y ansiedad experimentada por estas personas es excesiva, ya que lo perciben de un modo exagerado. Por ejemplo, una nariz grande, aunque normal, puede ser percibida como enormemente desproporcionada y provocar un gran malestar emocional y rechazo en esta persona. Suelen ser personas inseguras, sensibles, obsesivas, ansiosas, narcisistas, introvertidas y con rasgos hipocondríacos.
Trastorno de conversión; Se trata de uno o más síntomas que afectan al funcionamiento sensorial o motor y que asemejan una enfermedad neurológica pero que no pueden ser explicados mediante ninguna enfermedad física. Su aparición suele estar asociada a algún acontecimiento estresante. Los episodios suelen ser breves, recuperándose totalmente en el plazo de un mes o menos. En la mayoría de los casos no vuelve a repetirse, aunque en otras ocasiones los síntomas pueden volver a aparecer al cabo del tiempo.
Suelen presentarse en las consultas de los médicos convencidos de que sus síntomas se deben a alguna enfermedad física y a menudo no aceptan la posibilidad de una etiología psicológica. Los síntomas aparecen en periodos de estrés.
Muchas personas tienen a veces síntomas de este tipo sin que por ello padezcan un trastorno somatomorfo. Para diagnosticar este trastorno es necesario que los síntomas sean lo bastante graves como para interferir en la vida de estas personas relaciones, trabajo, etc e impedirles funcionar con normalidad.
Las continuas quejas de dolor o síntomas físicos tendrían la función de obtener la atención de dichas personas y modificar su comportamiento, aunque esto se realiza de un modo inconsciente. Sin embargo, las quejas prolongadas infundadas suelen acabar suscitando más rechazo, el cual a su vez agravaría los síntomas.
Se ha visto que es más frecuente en personas cuyos padres o madres han padecido enfermedades físicas o trastornos somatomorfos durante la niñez del paciente, sobre todo si obtenían algún beneficio de dichos síntomas. De este modo, siendo niños aprenden un modo de comportarse que consiste en utilizar los síntomas físicos para obtener atención, afecto, evitar situaciones estresantes, etc.
El abuso físico y sexual en la infancia, así como una historia de secretos familiares suele ser también un antecedente de estos trastornos. En estos casos suele darse una represión de las emociones, por ejemplo, cuando una familia niega la existencia de los abusos y nunca habla de ellos, de modo que los conflictos que no pueden ser expresados emocionalmente acaban siendo expresados mediante síntomas físicos. A veces es también un modo de pedir ayuda sin tener que hablar ni contar lo sucedido, como puede pasar en casos de abusos sexuales en la infancia.
Los trastornos somatomorfos se dividen en cinco trastornos principales:
Trastorno de somatización
Trastorno por dolor
Trastorno dismórfico corporal
Trastorno de conversión
Trastorno de somatización; En el pasado, este trastorno recibía el nombre de histeria. Consiste en la aparición de numerosos síntomas físicos que comienzan antes de los 30 años y causan un mal funcionamiento en la vida de estas personas. Durante la exploración médica no aparece ninguna enfermedad o bien si aparece alguna no explica todos los síntomas.
Trastorno del dolor; El síntoma principal es el dolor en una o varias zonas del cuerpo. Se trata de un dolor intenso que afecta y dificulta el funcionamiento de estas personas en áreas importantes de su vida, trabajo, relaciones, etc. A veces se trata de un dolor agudo, con menos de seis meses de duración, aunque otra vez se acaba volviendo crónica.
Trastorno dismórfico corporal; Consiste en una gran preocupación con algún pequeño defecto físico real o imaginado. Si dicho defecto existe, la preocupación y ansiedad experimentada por estas personas es excesiva, ya que lo perciben de un modo exagerado. Por ejemplo, una nariz grande, aunque normal, puede ser percibida como enormemente desproporcionada y provocar un gran malestar emocional y rechazo en esta persona. Suelen ser personas inseguras, sensibles, obsesivas, ansiosas, narcisistas, introvertidas y con rasgos hipocondríacos.
Trastorno de conversión; Se trata de uno o más síntomas que afectan al funcionamiento sensorial o motor y que asemejan una enfermedad neurológica pero que no pueden ser explicados mediante ninguna enfermedad física. Su aparición suele estar asociada a algún acontecimiento estresante. Los episodios suelen ser breves, recuperándose totalmente en el plazo de un mes o menos. En la mayoría de los casos no vuelve a repetirse, aunque en otras ocasiones los síntomas pueden volver a aparecer al cabo del tiempo.
2 comentarios:
ES IGUAL,QUE AL HIPOCONDRIACO??
Suelen ser personas inseguras, sensibles, obsesivas, ansiosas, narcisistas, introvertidas y con rasgos hipocondríacos.
Saludos gallega buen finde!!!
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