domingo, 6 de junio de 2010

Concepto de inteligencia


A lo largo de la historia de la psicología han existido diferentes definiciones de inteligencia. Algunas de ellas fueron:

La inteligencia es la capacidad para actuar con un propósito concreto, pensar racionalmente y relacionarse eficazmente con el ambiente. D. Wechsler (1944)

La inteligencia es la capacidad para adaptarse al ambiente. J. Piaget (1952)

La inteligencia es la capacidad para pensar de manera abstracta. L. Terman (1921)

La inteligencia es una constante interacción activa entre las capacidades heredadas y las experiencias ambientales, cuyo resultado capacita al individuo para adquirir, recordar y utilizar conocimientos, entender tanto conceptos concretos como abstractos, comprender las relaciones entre los objetos, los hechos y las ideas y aplicar y utilizar todo ello con el propósito concreto de resolver los problemas de la vida cotidiana. D. Papalia y S. Wendkos Olds (1988)

La inteligencia es la capacidad de elegir, entre varias posibilidades, aquella opción más acertada para la resolución de un problema. En este sentido, cabe distinguirla de la sabiduría, en tanto que esta última es tan solo una acumulación de conocimiento, mientras que la inteligencia implica hacer el mejor uso de un saber previo. No obstante, el modo para identificar la cualidad de ser inteligente ha sido enormemente debatido.

Un criterio enormemente difundido es el llamado cociente intelectual. Consiste en un test realizado para medir las capacidades cognitivas de una persona en función de su edad. A lo largo de los años, los resultados obtenidos han mostrados alzas, por lo que ha sido necesario modificar las formas de puntuación. Cabe señalarse que el primer test de este tipo publicado obedeció a la necesidad de identificar estudiantes con dificultades para cubrir las demandas escolares, aunque como es sabido, con posterioridad se utilizó para conocer a aquellos alumnos que descollaban y se apartaban de la media.

Como alternativa a esta nueva valoraciones se erige la de Howard Gardner, que distingue distintos tipos de inteligencias:

La inteligencia lógica y matemática, que implica un uso de las capacidades relacionadas con la aritmética y la lógica.

La inteligencia lingüística y verbal, que consiste en la correcta utilización del lenguaje.

La inteligencia naturalista, que es la capacidad para observar el entorno natural científicamente.

La inteligencia intrapersonal, que es nuestra capacidad para sopesar nuestro accionar.

La inteligencia interpersonal, que consiste en relacionarse socialmente.

La inteligencia visual y espacial, que está ligada a la imaginación y a la creación mediante imágenes.

La inteligencia corporal, que consiste en la habilidad para deportes y destreza física.

La inteligencia musical, que es la capacidad de expresar sentimientos a través de la música.

Sin lugar a dudas, las nuevas perspectivas en lo que respecta a la valoración del intelecto son mucho más abarcativas y completas al evitar circunscribirse al plano lógico y matemático; de hecho, la inteligencia emocional puede considerarse tanto o más importante, en la medida que se relaciona con nosotros, con nuestros pares, y en definitiva, con nuestro bienestar.

Unos de los aspectos más discutidos en relación con la inteligencia si es producto de la herencia o del ambiente.
Las diferentes posturas en esa discusión son:

Postura genetista: Dice que el individuo nace con un nivel determinado de inteligencia que se mantiene constante a lo largo de su vida.

Postura ambientalista: Advierte que el nivel intelectual puede ser modificado mediante una adecuada estimulación.

Postura interaccional:
Postula que lo decisivo en cuanto al nivel intelectual, así como en cuanto a otros aspectos, es la influencia entre lo innato y lo adquirido.