El número
de mujeres víctimas de violencia de pareja es elevado. Se estima que esta
violencia afecta un gran porcentaje de las mujeres. Además de las consecuencias
dramáticas de las que somos testigos a través de los noticieros con demasiada
frecuencia, existen otras consecuencias que no por ser menos visibles, son
menos importantes. A continuación, vamos a analizar las consecuencias psicológicas que esta violencia tiene
en sus víctimas.
Las
consecuencias psicológicas de la violencia son más frecuentes y
graves que las físicas, salvo casos excepcionales como los de muertes o
lesiones graves.
La
prevalencia del trastorno de estrés postraumático, depresión, una elevada
frecuencia de trastornos de ansiedad
y problemas de abuso de sustancias, alcoholismo,
problemas de autoestima y desadaptación
social.
La sintomatología postraumática es
la sintomatología característica de estas víctimas. Los síntomas más frecuentes
son:
Dificultades
de concentración.
Hiperactividad
constante. Puede ser consecuencia de la imposibilidad de predecir y controlar
la ocurrencia de los episodios violentos y su percepción de que en cualquier
momento puede ser agredida, en especial en el hogar.
Pérdida
de interés por actividades significativas.
Sensación
de futuro desolador.
Recuerdos
invasivo. La experiencia prolongada y repetida de los episodios agresivos
explicaría la frecuente presencia de recuerdos intrusivos.
Evitación
de pensamientos y sentimientos. Respecto a las conductas de evitación, son
elevadas las de evitación de sentimientos, pero no las de lugares o
actividades. Es lógico: el principal lugar a evitar es el hogar y éste, salvo que
lo abandonen, no pueden evitarlo.
Malestar psicológico.
La depresión es también un trastorno frecuente
en estas mujeres. Varios factores pueden contribuir a esto:
La
sensación de fracaso personal.
El
deterioro de redes sociales y/o familiares.
La
pérdida de poder adquisitivo.
La
alteración de todas las áreas de la vida cotidiana.
Existen
diversos factores que contribuyen a que estas mujeres tengan una baja
autoestima y una inadecuada concepción de sí mismas, como son:
La autocrítica.
La
responsabilidad aprendida de la situación violenta.
La
sensación de fracaso por no dar el paso para romper el ciclo.
La culpa.
La
convivencia con una persona que de forma reiterada intenta convencer a la mujer
de que es una inútil, no sirve para nada o incluso anula su capacidad de tomar
decisiones, también parece determinante.
La
mayoría ve afectada su vida cotidiana como consecuencia de la violencia, generándose una desestructuración vital a distintos
niveles:
Laboral (abandono
del trabajo).
Social
(limitaciones para relacionarse con otras personas).
Del
tiempo libre (aislamiento, control, trámites legales, juicios, etc.)
Familiar
(afectación hijos, respuesta negativa de allegados).
De pareja
(desconfianza para restablecer
relación de pareja).
Las
consecuencias psicológicas de la situación de maltrato son especialmente graves
(depresión, TEPT, ansiedad, baja autoestima, dificultades para recuperar el ajuste en el área
social). Es importante hacer visible que el problema del maltrato no termina
cuando la mujer se aleja del agresor, es cuando más necesita apoyo psicológico y social para superar las
consecuencias de esta situación.
2 comentarios:
fui una victima, y es asi, tomson amiga querida
Hola Gallega!!! Si es terrible, ahora la mujer se anima mas a denunciar. Besos.
Publicar un comentario