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martes, 27 de julio de 2010

Tolerar la frustración


Es una habilidad que se desarrolla.

La frustración es parte de la vida.

No podemos evitarla, pero si podemos aprender a manejarla y a superarla.

Generalmente es en la infancia cuando aprendemos a tolerar la frustración.

Cuando un niño es muy pequeño, cree que el mundo gira alrededor de él.

Piensa que se merece todo lo que quiere, en el momento en que lo quiere.

No sabe esperar, porque no tiene el concepto de tiempo, ni la capacidad de pensar en los deseos y necesidades de los demás.

Por eso, cualquier límite o cualquier cosa que le niegan, lo siente como algo injusto y terrible.

No tiene las herramientas para eliminar, disminuir o tolerar su malestar.

Si los padres o las demás personas le dan siempre lo que pide y en el momento en que lo hace, no aprende a "aguantar" la molestia que le provoca la espera o la negación de sus deseos.

Al llegar a la edad adulta, sigue sintiéndose mal ante cualquier límite o ante la necesidad de posponer una satisfacción.

Recuerda que el mundo no gira alrededor de nuestros gustos o deseos y que no pasa nada terrible cuando no obtenemos lo que queremos.

Siempre hay algo que podemos hacer al respecto, en lugar de enojarnos o quejarnos.

Pensar en todas las cosas que sean perdido o dejado de obtener por la poca tolerancia a la frustración.

No olvidemos que hay épocas buenas y épocas difíciles o dolorosas y que sí tenemos la capacidad de tolerar o soportar algo, sin alterarnos demasiado.

El malestar y el sufrimiento son desagradables, pero no nos destruyen. Si aprendemos de ellos, nos fortalecemos y desarrollamos.

Obtenemos nuevas herramientas para lograr nuestro bienestar.

La tolerancia se fortalece, como cualquier músculo, trabajándola y practicando.

"Enquistarse en la soledad y la frustración, quejarse constantemente y continuamente de las desdichas y tragedias que nos acosan y no hacer absolutamente nada para modificar aquellas situaciones que nos angustian es un camino certero y seguro hacia la depresión.Camino, por supuesto, que es recorrido a solas…" Eric Fromm (psicoanalista y pensador alemán).

martes, 23 de marzo de 2010

La necesidad del psicologo


Vivimos en una sociedad compleja donde existe la oportunidad de estar al tanto de todas las novedades que ofrece la tecnología de última generación como así también de apreciar cómo viven las personas con alto poder adquisitivo.

Se confunde de este modo el Ser con el tener. Se deja de lado la propia individualidad y el propósito en la vida para torcer el destino y pretender ser otro.
La publicidad impulsa a comprar más cosas de las que se necesitan y a gastar más de lo que se gana; y lejos de aceptar el propio cuerpo, la mayoría desea parecerse a los patrones que la moda impone.

La alienación que sufre el hombre moderno lo sumerge en un estado de duda, temor e inseguridad porque ha perdido su propio ser esencial, que es el marco de referencia que necesita para poder vivir en armonía una vida natural.

La alienación es la pérdida de la identidad. Si el hombre no sabe quién es tampoco
Puede desarrollarse, crecer, ni tener proyectos; y el fracaso, esa experiencia que destruye la autoestima, es el mejor maestro que se necesita para aprender a recuperar el propio camino.
No hay una fórmula para vivir, porque la vida es como una novela sin libreto que obliga a ser creativo a cada momento.

El Psicólogo en nuestros días, es el único apoyo confiable para aprender a escucharse a si mismo y llegar a entenderse más y a conocerse mejor.
Se trata de un profesional entrenado para saber escuchar, señalar y mostrar todas las alternativas que no se logran ver cuando se vive una vida inconsciente, avanzando a ciegas con el piloto automático.

Es el único que puede encontrar la manera de que una persona que está sufriendo se de cuenta que el dolor no se puede evitar pero que sí podemos ahorrarnos el sufrimiento; que es el sentimiento que se experimenta cuando no se acepta la realidad tal cual es.

El hombre necesita vivir muchos años de sufrimiento para llegar a entender que la mayoría de las cosas no se pueden controlar, porque si tienen que ocurrir, ocurren igual, independientemente de lo que él haga.

Esta vida alienada que nos toca vivir necesita de la participación permanente de un Psicólogo de cabecera. Alguien que apoye las decisiones, que fortalezca la autoestima, que muestre los efectos perniciosos que tienen el maltrato, el egoísmo y la falta de amor.

Los problemas familiares no se resuelven solos porque el hábito crea un sistema de relación cada día más estructurado y más difícil de modificar.
La gente no quiere sentarse en familia para hablar de los problemas y sin un interlocutor no comprometido que escuche sin hablar, continúan solos defendiendo sus posturas personales en permanente batalla, con el objetivo de ganar la lucha pero arriesgándose a perder los afectos.

A veces el miedo a perder el amor expone a perder la propia identidad porque no se sabe que no se puede amar sin antes estar contento con uno mismo.
El otro ama a alguien principalmente porque es diferente a todos los demás, sin embargo casi todos se esfuerzan por no ser ellos mismos y quieren desesperadamente parecerse a otros.
Los mensajes contradictorios de los padres afectan a los niños sin darse cuenta. Ellos aman a sus hijos, sin embargo sin saberlo les están haciendo un daño.
El Psicólogo trata de modificar la comunicación familiar que muchas veces transmite valores opuestos.

Vivir en pareja es una experiencia que puede resultar demoledora, generalmente porque cada uno de sus integrantes no está dispuesto a renunciar a vivir como una persona sola.
Cuando no existe conciencia de nosotros no hay posibilidad de formar un buen vínculo, porque prevalecerá el tuyo y el mío que bastará para fomentar la discordia; porque una pareja significa vivir una individualidad que se desarrolla y crece, para compartirla con amor.

Las distintas etapas de la vida nos enfrentan a nuevos desafíos y a nuevas experiencias que pueden ser mucho más gratificantes que las anteriores; porque la vida es evolución hasta el último día de nuestra existencia, y es inútil aferrarse a viejas fórmulas, porque los nuevos retos exigen siempre nuevas estrategias.
La importancia de la Psicología ha obligado además a insertarla en todas las áreas de la sociedad que impliquen relaciones humanas.

Tanto en la carencia como en la abundancia la Psicología tiene mucha importancia.