martes, 9 de marzo de 2010

Pérdida y aceptación


El duelo es un proceso que cada uno recorre a su manera. Ante la muerte del ser querido o ante la pérdida de todos nuestros bienes mediante una catástrofe nos sentimos impotentes, pues ese hecho nos lleva al límite de nuestras posibilidades. El duelo duele, pero ese dolor es susceptible de ser calmado o atenuado. ¿Cómo ayudar al doliente? Lo más importante es la calidad de nuestra presencia al lado de la persona que sufre.

Presencia empática.
Consiste en la capacidad de ponerse al lado del otro, sin discursos previos ni estructuras preestablecidas. Una presencia así implica un silencio respetuoso pero que es acompañamiento eficaz. El acompañamiento silencioso y respetuoso es mejor que los discursos convencionales y fraseologías estereotipadas, y es mejor también que los antidepresivos. Los remedios no pueden curar el dolor del alma. Este tipo de acompañamiento da lugar para que el doliente pueda expresar sus sentimientos en la forma que se le antoje, y así aliviar el dolor. Si el dolor no es expresado de alguna manera, se enquista, encierra, envenena, y se hace más doloroso. Si la aflicción y angustia no se expresan adecuadamente, por algún lado explotarán, y ello puede suceder en el momento menos apropiado.

Escuchar.
La presencia silenciosa y respetuosa lleva consigo la capacidad de escuchar. La persona en duelo necesita ser escuchada: cuando habla y cuando calla. Es importante que esta dinámica de escuchar, hablar se practique entre los más íntimos, de modo que no haya nada que no pueda ser expresado, nada que vaya a quedar relegado al ámbito del tabú. Aprender a hablar y escuchar entre los más íntimos, hablando del ser querido en forma serena, permite entablar una relación de apoyo mutuo que sirve de red de ayuda muy eficaz.

Es sabido que en la psicológica la palabra, y la escucha de la palabra, posee un importante papel que alivia las penas. Es necesario aprender a escuchar porque hoy es una conducta poco frecuente. El duelo no se sana con el sólo paso del tiempo; tiene que ocupar su propio espacio en el psiquismo del doliente, y no se le puede ni obviar ni relegar. Hoy existen también grupos de autoayuda, formados por personas que han vivido la misma experiencia de dolor, donde se puede conversar abiertamente sin ninguna represión. Varios de estos grupos dan testimonio de una feliz experiencia terapéutica. Sólo en algunos casos especiales será necesaria que la persona que sufre sea asistida por un especialista en salud mental.

Esperanza.
El proceso del duelo equivale a la travesía de un oscuro túnel, pero donde al final se ve la luz. Al final se termina con el desconcierto y desajuste inicial, y se recupera la serenidad personal y familiar. El sujeto comprende que la presencia, ausencia del ser querido/ o bienes perdidos es un motivo para seguir viviendo, y seguir viviendo con entusiasmo. A las personas sinceramente creyentes, animadas por una fe no mítica sino viva, verdaderamente liberadora, esa misma fe les entrega elementos de ayuda para el fortalecimiento de la esperanza.

Aceptación.
Finalmente se llega a la aceptación más o menos serena y pacífica de la realidad. No es resignación ni conformidad ante la pérdida, pues eso jamás ocurrirá. Es simplemente como la interiorización de la persona amada, como si ella siguiera viviendo con uno pero de otra manera: en el recuerdo, en el espíritu, como motivación, ánimo, y estímulo para seguir viviendo. Se continúa viviendo pensando en ella pero aceptando que no está en la misma forma que estaba antes. Lejos de olvidarla se construye una nueva relación con la persona amada, y la pérdida se transforma en instrumento de crecimiento; el duelo ha sido superado.

Querida Doris! No tenes idea del profundo dolor que me provoca la gran desgracia de Chile, cada noticia que veo mas me atemoriza,me duele, creo que son un pueblo magnifico, buena gente, muy preparados y por sobre todo valientes y solidarios. Te mando un fuerte abrazo desde Argentina.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Por lo que observo en otras personas depende de su personalidad y tambien de la forma como murio .Pienso que cuando uno recuerda anecdotas sin ponerse a llorar o melancolico de la persona es cuando ya el duelo se elaboro y la persona ya lo supero .

gallega dijo...

SABES QUE? A MI MADRE AHORA PUEDO VER LAS FOTOS,NO ME REBELE CUANDO PARTIO,SOLO DOLOR POR SU AUSENCIA Y AUN HOY LA EXTRAÑO Y MUCHAS VECES LLORO,EN FIN


ME ADHIERO CON DORIS A NUESTROS HERMANOS CHILENOS TODO MI AMOR!

Unknown dijo...

Cecilia si tiene que ver con la personalidad,la sensibilidad,su entorno,la edad y tantas otras cosas que forman parte de nuestra vida.
Besos Cecilia.
Gallega yo creo que la madre es el ser que mas se extraña, yo tengo 51 años y extraño a mi madre y la sueño casi a diario.
Besos Gallega!!!