Las personas con fobia social son especialmente sensibles a las críticas de los demás y tienen una percepción inapropiada de lo que constituye una violación de los códigos sociales, de manera que se ven a sí mismas cometiendo transgresiones sociales con más frecuencia que el resto de las personas.
Estas personas son más conscientes de sí mismas en situaciones sociales, se vigilan y observan de cerca su comportamiento y cualquier pequeña trasgresión social a la que otras personas no darían importancia, es vista por ellos como un acto vergonzoso o humillante que puede desencadenar el rubor facial. Es decir, el problema está en su modo de pensar y el modo como se perciben a sí mismos y su comportamiento. Por ejemplo, la mayoría de las personas considera que sonarse la nariz en público es un acto sin importancia, una persona con fobia social, puede considerarlo vergonzoso, o una muestra de su imperfección. Es decir, suelen ser personas muy perfeccionistas y exigentes consigo mismas.
La función evolutiva del rubor consiste en mostrar a los demás que es consciente de que ha cometido una trasgresión y se siente mal por ello. De modo que el rubor facial tiene una función social que está indicando al grupo que conoces las normas y sos capaz de arrepentirte. No obstante, la persona con fobia social considera trasgresiones sociales una multitud de actos que, en realidad, no lo son.
La persona que se ruboriza reacciona negativamente ante este hecho, y se siente avergonzada por ello. Esto hace que su ansiedad aumente, y la ansiedad puede provocar un mayor rubor. De este modo, puede tener miedo de verse en situaciones en las que previamente se ha ruborizado.
Este miedo hace que se sienta ansiosa, de modo que el mismo miedo al rubor facial puede acabar provocándolo, estableciéndose así un círculo vicioso. Por lo general, el rubor facial ha comenzado en la infancia o la adolescencia, edad en la que es frecuente ser objeto de burlas cuando los demás observan el enrojecimiento de la cara. El miedo a ruborizarse recibe el nombre de eritrofobia.
El tratamiento depende del motivo por el que se produce. Si se debe a una enfermedad o trastorno físico, como una enfermedad de la piel o la menopausia, es necesario diagnosticar y tratar la causa subyacente correctamente.
Los adolescentes suelen superar este rubor facial con el tiempo, cuando se debe a ansiedad, nerviosismo o a la actividad hormonal.
Cuando el rubor facial está causado por una fobia social, el tratamiento más adecuado es la psicoterapia. El psicólogo enseñará a estas personas a cambiar el modo de pensar y comportarse en situaciones sociales, modificar sus emociones, aprender técnicas de relajación para contrarrestar la ansiedad, afrontar los miedos sociales, etc.
En casos severos puede realizarse una intervención quirúrgica que consiste en cortar algunos de los nervios que controlan el diámetro de los vasos sanguíneos. Este tipo de operación puede utilizarse también en casos de sudoración excesiva de la cabeza, manos y axilas.
Estas personas son más conscientes de sí mismas en situaciones sociales, se vigilan y observan de cerca su comportamiento y cualquier pequeña trasgresión social a la que otras personas no darían importancia, es vista por ellos como un acto vergonzoso o humillante que puede desencadenar el rubor facial. Es decir, el problema está en su modo de pensar y el modo como se perciben a sí mismos y su comportamiento. Por ejemplo, la mayoría de las personas considera que sonarse la nariz en público es un acto sin importancia, una persona con fobia social, puede considerarlo vergonzoso, o una muestra de su imperfección. Es decir, suelen ser personas muy perfeccionistas y exigentes consigo mismas.
La función evolutiva del rubor consiste en mostrar a los demás que es consciente de que ha cometido una trasgresión y se siente mal por ello. De modo que el rubor facial tiene una función social que está indicando al grupo que conoces las normas y sos capaz de arrepentirte. No obstante, la persona con fobia social considera trasgresiones sociales una multitud de actos que, en realidad, no lo son.
La persona que se ruboriza reacciona negativamente ante este hecho, y se siente avergonzada por ello. Esto hace que su ansiedad aumente, y la ansiedad puede provocar un mayor rubor. De este modo, puede tener miedo de verse en situaciones en las que previamente se ha ruborizado.
Este miedo hace que se sienta ansiosa, de modo que el mismo miedo al rubor facial puede acabar provocándolo, estableciéndose así un círculo vicioso. Por lo general, el rubor facial ha comenzado en la infancia o la adolescencia, edad en la que es frecuente ser objeto de burlas cuando los demás observan el enrojecimiento de la cara. El miedo a ruborizarse recibe el nombre de eritrofobia.
El tratamiento depende del motivo por el que se produce. Si se debe a una enfermedad o trastorno físico, como una enfermedad de la piel o la menopausia, es necesario diagnosticar y tratar la causa subyacente correctamente.
Los adolescentes suelen superar este rubor facial con el tiempo, cuando se debe a ansiedad, nerviosismo o a la actividad hormonal.
Cuando el rubor facial está causado por una fobia social, el tratamiento más adecuado es la psicoterapia. El psicólogo enseñará a estas personas a cambiar el modo de pensar y comportarse en situaciones sociales, modificar sus emociones, aprender técnicas de relajación para contrarrestar la ansiedad, afrontar los miedos sociales, etc.
En casos severos puede realizarse una intervención quirúrgica que consiste en cortar algunos de los nervios que controlan el diámetro de los vasos sanguíneos. Este tipo de operación puede utilizarse también en casos de sudoración excesiva de la cabeza, manos y axilas.
1 comentario:
UNA AMIGA LE SUDAN MUCHO LAS AMNOS DE QUE ERA MUY JOVEN>!
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