La muerte de un ser querido, la ruptura de una relación, la pérdida de un trabajo, una enfermedad grave... Todos son ejemplos de situaciones realmente difíciles en la vida de una persona. ¿Cómo hacen las personas para afrontarlas? ¿Cuál es el mejor modo de hacerlo sin que esas situaciones terminen con nosotros?
El concepto clave es la capacidad de recuperación, lo más importante no es lo que nos pase, sino cómo reaccionamos y si somos capaces de recuperarnos. Esta capacidad no es algo extraordinario, la mayoría de las personas pueden recuperarse tras vivir situaciones de este tipo, si bien, cuanto más traumático sea el acontecimiento en sí mismo, más se verá afectada la persona y más difícil resultará su recuperación.
Tener una buena capacidad de recuperación no significa no sentir nada o mostrarse indiferente.
Existen una serie de recursos psicológicos que sirven de ayuda a la hora de afrontar crisis o situaciones traumáticas o estresantes.
El camino hacia la recuperación suele ser difícil y doloroso, pero posible. Por eso es muy importante que la persona esté conectada con lo que siente, lo reconozca y aprenda a manejarlo.
Si la realidad dolorosa se evade o se niega, con el tiempo se generará un malestar mayor y más prolongado que incluso podría afectar al cuerpo, al manifestarse en las enfermedades conocidas como psicosomáticas.
Todas las personas tenemos experiencias y vivencias significativas. De ellas es de donde se obtienen los factores que intervienen en la capacidad de recuperación, los cuales se conocen como recursos psicológicos.
Conocer el significado: Tolerar y manejar emociones intensas explorando su significado personal. Al reconocer que se vive un acontecimiento pasajero, le otorgamos un límite en el tiempo y creamos conciencia de que tendrá un fin, que el dolor no será permanente.
Aprender a estar solos: Aprender a estar solos sin sentir desolación, disfrutar de este tiempo sin experimentar vacío y tristeza, lo cual implica valorarse, conocerse, apreciar ciertos rasgos de la personalidad y aceptarnos sin menosprecio. Cuando tenemos una experiencia traumática creemos que nos pasó porque valemos poco, lo cual, es falso.
Fijar límites: Establecer límites apropiados entre uno y los demás. No permitir que los demás invadan nuestra intimidad o convicciones personales con el pretexto de la ayuda que nos brindan.
Somos los responsables de nuestros actos y sus consecuencias. Si involucramos a más personas tenderemos a distribuir culpas y no resolveremos nuestra propia situación.
Aceptar las críticas: Aceptar e integrar las críticas sin un daño importante o permanente al sentido de la valoración personal. Se relaciona con la autoestima positiva. Algunas ocasiones, las crisis incrementan nuestro sentido de autocrítica y percibimos el entorno y la situación de una manera burda y exagerada.
Establecer metas: Desarrollar metas realistas que sean propias y actuar en consecuencia. Si soñamos con objetivos inalcanzables, lo único que lograremos será mermar nuestra autoestima y anclarnos en pensamientos sin sentido.
Observar los recursos que utilizan otras personas para salir adelante de una crisis y poner en práctica los que se adecuen a nuestras necesidades. La meditación y prácticas espirituales también pueden brindar tranquilidad.
Otros recursos de ayuda externos son grupos de ayuda, libros de superación personal y la psicoterapia.
La crisis según Albert Einstein: “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progreso. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis, se supera a si mismo sin quedar “Superado”
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.
La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.
El concepto clave es la capacidad de recuperación, lo más importante no es lo que nos pase, sino cómo reaccionamos y si somos capaces de recuperarnos. Esta capacidad no es algo extraordinario, la mayoría de las personas pueden recuperarse tras vivir situaciones de este tipo, si bien, cuanto más traumático sea el acontecimiento en sí mismo, más se verá afectada la persona y más difícil resultará su recuperación.
Tener una buena capacidad de recuperación no significa no sentir nada o mostrarse indiferente.
Existen una serie de recursos psicológicos que sirven de ayuda a la hora de afrontar crisis o situaciones traumáticas o estresantes.
El camino hacia la recuperación suele ser difícil y doloroso, pero posible. Por eso es muy importante que la persona esté conectada con lo que siente, lo reconozca y aprenda a manejarlo.
Si la realidad dolorosa se evade o se niega, con el tiempo se generará un malestar mayor y más prolongado que incluso podría afectar al cuerpo, al manifestarse en las enfermedades conocidas como psicosomáticas.
Todas las personas tenemos experiencias y vivencias significativas. De ellas es de donde se obtienen los factores que intervienen en la capacidad de recuperación, los cuales se conocen como recursos psicológicos.
Conocer el significado: Tolerar y manejar emociones intensas explorando su significado personal. Al reconocer que se vive un acontecimiento pasajero, le otorgamos un límite en el tiempo y creamos conciencia de que tendrá un fin, que el dolor no será permanente.
Aprender a estar solos: Aprender a estar solos sin sentir desolación, disfrutar de este tiempo sin experimentar vacío y tristeza, lo cual implica valorarse, conocerse, apreciar ciertos rasgos de la personalidad y aceptarnos sin menosprecio. Cuando tenemos una experiencia traumática creemos que nos pasó porque valemos poco, lo cual, es falso.
Fijar límites: Establecer límites apropiados entre uno y los demás. No permitir que los demás invadan nuestra intimidad o convicciones personales con el pretexto de la ayuda que nos brindan.
Somos los responsables de nuestros actos y sus consecuencias. Si involucramos a más personas tenderemos a distribuir culpas y no resolveremos nuestra propia situación.
Aceptar las críticas: Aceptar e integrar las críticas sin un daño importante o permanente al sentido de la valoración personal. Se relaciona con la autoestima positiva. Algunas ocasiones, las crisis incrementan nuestro sentido de autocrítica y percibimos el entorno y la situación de una manera burda y exagerada.
Establecer metas: Desarrollar metas realistas que sean propias y actuar en consecuencia. Si soñamos con objetivos inalcanzables, lo único que lograremos será mermar nuestra autoestima y anclarnos en pensamientos sin sentido.
Observar los recursos que utilizan otras personas para salir adelante de una crisis y poner en práctica los que se adecuen a nuestras necesidades. La meditación y prácticas espirituales también pueden brindar tranquilidad.
Otros recursos de ayuda externos son grupos de ayuda, libros de superación personal y la psicoterapia.
La crisis según Albert Einstein: “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progreso. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis, se supera a si mismo sin quedar “Superado”
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.
La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.
2 comentarios:
EN LAS CRISIS VIENEN CAMBIOS,PERO HAY QUE PASARLAS!
Hay que afrontarlas y vencerlas.
Besos amiga!!!!
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