El odio es el sentimiento de desear el mal a una persona. Los grandes problemas que causan nuestras crisis generalmente van acompañados de este sentimiento. Desafortunadamente en esta etapa de la crisis es cuando más daño causamos y esto genera naturalmente una respuesta negativa por parte de las personas a quienes atacamos.
El mal que podríamos hacer no se refiere sólo a daño físico, también existe el daño psicológico que es más sutil pero igualmente dañino.
Para romper con este círculo vicioso de odio es necesario hacer el duelo que nos lleva a la aceptación. Se llama trabajo de duelo porque las etapas por las que se atraviesa son similares a las de la perdida de un ser querido con el mismo resultado, la aceptación de que nuestro ser querido ha muerto.
Las etapas son las siguientes:
La negación: Es el choque, el abatimiento, el pánico total, el rechazo a aceptar, de admitir la realidad. Hacer todo lo posible por regresar las cosas a su estado anterior, como si nada hubiera pasado. Los psicólogos dicen que la negación es un sistema de defensa para reducir la ansiedad cuando nos sentimos amenazados.
El odio: Cuando ha dejado de negar la realidad, pasa a la etapa de la cólera. La persona se reprocha a si misma o a los demás la perdida que acabamos de sufrir. Es por eso que debemos ser prudentes con los problemas que enfrentamos. La rabia que sentimos puede llevarnos a hacer un daño más grande del que ya está hecho, de tal forma que empeoramos la situación en lugar de salir adelante.
La negociación. Una vez calmado, se intenta a toda costa evitar la perdida. Negocia, se rebaja, se humilla con tal de no afrontar la realidad. A veces este regateo es positivo. En su mayoría es inútil, pero es una etapa a superar.
La depresión: Cuando al fin ve que la negociación no deja nada, que lucha sólo por evitar ver la dura realidad y decide dejar de esconderse, cae en la tristeza, para luego pasar a una profunda depresión.
La aceptación: La persona se pone en paz con la realidad. Mira con respeto esta etapa, no debe considerarse como alegre; al contrario los sentimientos se han extinto. Como si el dolor hubiera desaparecido, como si la lucha hubiera terminado. Es finalmente libre. Libre de quedarse, de irse, de seguir adelante, de tomar las dediciones que se imponen. Acepta la perdida, pequeña o grande. Se adapta a las circunstancias que le toco vivir.
Este proceso se llama proceso de duelo o de cura, si no pasa por estas etapas no será posible aprender de la experiencia vivida.
Podría quedarse atrapado en una de las primeras etapas lo que generaría una amargura espiritual que nos limita como personas para tomar lo bueno de la vida.
Entender no es lo mismo que aceptar. Las etapas son ciclos y no líneas. Quizás haya que recorrer varias veces estas etapas antes de llegar al final.
Lo importante es, encontrar un punto de equilibrio personal. La búsqueda puede centrase en la reducción de la angustia que causan los traumas del pasado. Un estado de tranquilidad puede permitirnos una vida menos caótica.
Saco abrigadito
Hace 11 años
4 comentarios:
ME MOLESTA MUCHO QUE ALGUIEN QUE HIZO ALGO NO SE HAGA CARGO!
Si es como tirar la piedra y esconder la mano.
Pero de eso el mundo esta lleno.
Besos amiga!!!
HOLA AMIGA QUERIDA YA TE PONGO EN TWITER
perdonar es lo mejor del mundo.... ya q al personar liberamos todos esos malos sentimientos, y entramos en una inmensa paz con nosotros mismos...
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