lunes, 26 de diciembre de 2011

La Resiliencia

La Resiliencia Definición:
Capacidad de una masa de resistir al choque contra otra superficie, sin destruirse en el evento. El vocablo resiliencia tiene su origen en el idioma latín, en el término resilio que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. El término fue adaptado a las ciencias sociales para caracterizar aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos (Rutter, 1993).

Resiliencia Individual:
Es ese potencial humano que permite emerger de una experiencia aplastante con cicatrices pero fortalecidos/as. Es la capacidad del ser humano de sobreponerse a sus dificultades y al mismo tiempo aprender de sus errores.

Resiliencia Familiar:
La habilidad de una familia de resistir y rebotar de crisis y problemas persistentes. Surge de tres áreas interrelacionadas: individual, familiar y un contexto social amplio.
Al hablar de resiliencia humana se afirma que es la capacidad de un individuo o de un sistema social de vivir bien y desarrollarse positivamente, a pesar de las difíciles condiciones de vida y más aún, de salir fortalecidos y ser transformados por ellas, algunos psicólogos indican que esto se debería a una capacidad que desarrollan algunas personas; la resiliencia, es esa facultad de ser fuerte, de crecer e incluso triunfar a pesar de las adversidades y/o problemas, superar el stress, depresión, ansiedad, tensión, etc.

Todas las personas van a tener que enfrentar en su vida situaciones adversas, pero cuando han sido muy significativas en la infancia, pueden dejar cicatrices y dejar a los niños en un estado de vulnerabilidad.

Las personas resilientes tienen la capacidad de enfrentar las situaciones adversas, superarlas y, lo que es más positivo, aprender de ellas en cambio, las personas vulnerables se quiebran, se derrumban, no saben cómo enfrentarlas y, por supuesto, disminuyen su capacidad de respuesta.

Características de personas resilientes:
Sienten que pueden controlar o influir sobre sus experiencias.
Son hábiles para involucrarse profundamente o comprometerse en actividades
Se anticipan al cambio como un desafío hacia nuevos desarrollos.

Pilares de la Resiliencia:
Introspección: arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta. Independencia: Saber fijar límites entre uno mismo y el medio con problemas; capacidad de mantener pilares de la resiliencia.
Capacidad de Relacionarse: Habilidad para establecer lazos e intimidad con otras personas para equilibrar la propia necesidad de afecto con la actitud de brindarse a otros.
Iniciativa: Gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más exigentes.
Humor: Encontrar lo cómico en la propia tragedia.
Creatividad: Capacidad de crear orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden.
Moralidad: Consecuencia para extender el deseo personal de bienestar a toda la humanidad y capacidad de comprometerse con valores.
Autoestima Consistente: Base de los demás pilares y fruto del cuidado afectivo consecuente del niño o adolescente por parte de un adulto significativo.
¿Soy una persona resiliente??
Cuando se sufre una derrota, examino mis limitaciones para que no vuelva a suceder, Cuando tengo un problema serio, yo lucho,
Cuando tengo éxito, siento que comparto el mérito con todos los que participaron conmigo,
Cuando vienen cambios los veo como un desafío interesante.
Con esto, la resiliencia impacta en la posibilidad de ser efectivo, proactivo y autogestionarse, dejar de pensar que la respuesta a los problemas está en lo externo y buscar la forma de superarse usando las habilidades y destrezas personales.

Freud, decía “Que si desde pequeño se crea el vínculo de la autoconfianza, de mayor se afronta mucho mejor cualquier situación”.
Así formaríamos a adolescentes responsables, comunicativos y con buenos modales. Hoy en día, los adolescentes viven sumergidos en un individualismo que supone un gran riesgo para la sociedad. Son egoístas, no les falta nada y no se comunican con los demás. Los más jóvenes son los más proclives a caer en el síndrome del aislamiento voluntario. Y un proyecto educativo del siglo XXI pendiente es rescatar la cultura del esfuerzo como valor y como garantía de crecimiento individual y colectivo.

Se puede entrenar en técnicas de modificación del pensamiento, aprender a interpretar los acontecimientos de otra manera, recuperar la capacidad de reflexionar sobre sí mismo, trabajar la valoración de la propia personalidad, adquirir habilidades sociales, aprender a hablar de forma positiva.  Para ello se puede acudir a profesionales de la psicología a los que se debe pedir ayuda no sólo cuando se padece una crisis emocional o psicopatológica, sino cuando alguien quiere entrenarse para vivir adecuadamente cada acontecimiento de su vida. Al final, lo importante para las personas es vivir. Depende de nosotros, vivir una buena vida.

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