Un cuadro clínico patológico muy frecuente, grave, potencialmente mortal y que afecta a amas de casa en ejercicio activo. En apariencia los síntomas de estas mujeres son externos. Acuden una y otra vez a las consultas médicas por cansancio, hipertensión, subidas repentinas de azúcar, decaimiento o tristeza, pero nunca alcanzan a manifestar que llevan sobre sus espaldas la responsabilidad de sus casas, la de sus hijos y el cuidado de sus nietos. Es este exceso de trabajo, acompañado en la mayoría de los casos con la responsabilidad de hacerse cargo de niños pequeños, lo que les provoca un estrés familiar que no se atreven a confesar.
La falta de sinceridad, tanto hacia los médicos como hacia su propia familia, viene originada por una especial concepción de la responsabilidad, formada por una educación basada en la entrega a la familia. Sin embargo, sus cuerpos ya no soportan tanta tensión.
Son amas de casa con responsabilidades familiares que las sobrepasan, llegando a extenuarlas. Pero no se quejan, porque no estaría bien.
Esa falta de quejas es el principal problema para prevenir, ya que todas las dolencias intentan curarse con fármacos o incluso con internaciones. Una vez en el hospital y sin cargas domésticas, estas mujeres mejoran de forma notable, pero al volver a su rutina cotidiana resurgen los mismos síntomas, o incluso, otras enfermedades.
Algunas de las causas que pueden provocar este estrés son las siguientes:
Realizar trabajos o actividades extra-hogareños, sin liberarse de las obligaciones de ama de casa.
Familia numerosa
Ancianos, niños o enfermos a su cargo.
Hijos que, se independizaron, vuelven al hogar materno acompañados de pareja y/o hijos.
Enfermedades asociadas al natural envejecimiento que limitan la capacidad física y emocional de la paciente.
Ausencia o pérdida de ayudas domésticas.
Traumatismo emocional: enfermedad grave o fallecimiento de un ser querido. Separación conyugal propia o de un hijo.
Deterioro económico: Disminución del poder adquisitivo tras la jubilación. Fracaso de negocios familiares. Pérdidas patrimoniales.
Acumulación de obligaciones: Atender a familiares que residen fuera del hogar (hijos, nietos, parientes próximos).
Síntomas principales:
Hipertensión arterial de difícil control, con oscilaciones muy bruscas, aparentemente caprichosas.
Molestias paroxísticas: sofocos, taquicardias, palpitaciones en el cuello o el tórax, dolores punzantes por el pecho, que cambian de un lado a otro, dificultad para respirar, mareos, hormigueos, desvanecimientos.
Debilidad o decaimiento persistentes, un cansancio extremo desproporcionado respecto a sus actividades actuales. En el pasado soportaron tareas mucho más agotadoras sin sentir atisbos de cansancio.
Caídas fortuitas: las piernas no pueden sostener el cuerpo y la paciente cae al suelo, generalmente sin perder el conocimiento.
Malestar general indefinido: Casi nunca se sienten cómodas, a gusto ni relajadas, sin saber definir exactamente por qué.
Tristeza, desánimo, falta de motivación.
Descontrol de padecimientos metabólicos, como la diabetes. Alternan unas elevaciones alarmantes de las glucemias con descensos bruscos peligrosos, provocando mareos e incluso coma.
Autoinculpación. Se sienten culpables de su incapacidad actual.
Para poder dar solución a una situación de excesivo estrés familiar, se aboga por la implicación de la familia y de todo el entorno más cercano, ya que son los propios familiares quienes deben descargar de un exceso de trabajo a la abuela, aunque sin mermar su autoestima.
La curación o liberación definitiva se alcanza cuando se consigue el equilibrio entre los cometidos asignados a la abuela y su fortaleza física y emocional. De este modo, en el momento en que se cancelan responsabilidades excesivas y se produce un contacto equilibrado con la familia, la mujer con este síndrome siente una notable mejoría. Este síndrome se puede curar con tan sólo concienciar a las familias a través de los medios de comunicación. Pacientes que antes habrían venido a la consulta, ahora saben de dónde le vienen tantas molestias y están en disposición de combatirlas.
La falta de sinceridad, tanto hacia los médicos como hacia su propia familia, viene originada por una especial concepción de la responsabilidad, formada por una educación basada en la entrega a la familia. Sin embargo, sus cuerpos ya no soportan tanta tensión.
Son amas de casa con responsabilidades familiares que las sobrepasan, llegando a extenuarlas. Pero no se quejan, porque no estaría bien.
Esa falta de quejas es el principal problema para prevenir, ya que todas las dolencias intentan curarse con fármacos o incluso con internaciones. Una vez en el hospital y sin cargas domésticas, estas mujeres mejoran de forma notable, pero al volver a su rutina cotidiana resurgen los mismos síntomas, o incluso, otras enfermedades.
Algunas de las causas que pueden provocar este estrés son las siguientes:
Realizar trabajos o actividades extra-hogareños, sin liberarse de las obligaciones de ama de casa.
Familia numerosa
Ancianos, niños o enfermos a su cargo.
Hijos que, se independizaron, vuelven al hogar materno acompañados de pareja y/o hijos.
Enfermedades asociadas al natural envejecimiento que limitan la capacidad física y emocional de la paciente.
Ausencia o pérdida de ayudas domésticas.
Traumatismo emocional: enfermedad grave o fallecimiento de un ser querido. Separación conyugal propia o de un hijo.
Deterioro económico: Disminución del poder adquisitivo tras la jubilación. Fracaso de negocios familiares. Pérdidas patrimoniales.
Acumulación de obligaciones: Atender a familiares que residen fuera del hogar (hijos, nietos, parientes próximos).
Síntomas principales:
Hipertensión arterial de difícil control, con oscilaciones muy bruscas, aparentemente caprichosas.
Molestias paroxísticas: sofocos, taquicardias, palpitaciones en el cuello o el tórax, dolores punzantes por el pecho, que cambian de un lado a otro, dificultad para respirar, mareos, hormigueos, desvanecimientos.
Debilidad o decaimiento persistentes, un cansancio extremo desproporcionado respecto a sus actividades actuales. En el pasado soportaron tareas mucho más agotadoras sin sentir atisbos de cansancio.
Caídas fortuitas: las piernas no pueden sostener el cuerpo y la paciente cae al suelo, generalmente sin perder el conocimiento.
Malestar general indefinido: Casi nunca se sienten cómodas, a gusto ni relajadas, sin saber definir exactamente por qué.
Tristeza, desánimo, falta de motivación.
Descontrol de padecimientos metabólicos, como la diabetes. Alternan unas elevaciones alarmantes de las glucemias con descensos bruscos peligrosos, provocando mareos e incluso coma.
Autoinculpación. Se sienten culpables de su incapacidad actual.
Para poder dar solución a una situación de excesivo estrés familiar, se aboga por la implicación de la familia y de todo el entorno más cercano, ya que son los propios familiares quienes deben descargar de un exceso de trabajo a la abuela, aunque sin mermar su autoestima.
La curación o liberación definitiva se alcanza cuando se consigue el equilibrio entre los cometidos asignados a la abuela y su fortaleza física y emocional. De este modo, en el momento en que se cancelan responsabilidades excesivas y se produce un contacto equilibrado con la familia, la mujer con este síndrome siente una notable mejoría. Este síndrome se puede curar con tan sólo concienciar a las familias a través de los medios de comunicación. Pacientes que antes habrían venido a la consulta, ahora saben de dónde le vienen tantas molestias y están en disposición de combatirlas.
El autor del sindrome de la abuela esclava es el: Dr Antonio Guijarro Morales
8 comentarios:
TENGO A MI NIETA CRIANDOLA SU MAMA MURIO,MI NUERA,AL PRINCIPIO ESTABA COMO ESTRESADA ME LO DIJO EL DOC,PERO ELLA ME DABATRABJO COMO CUALQUIER NIÑO,PERO VEIA QUE DE GRANDE ESTABA ATADA,Y ME MORTIFICABA PORQUE LA AMO,DESPUES COMPRENDI QUE ES UNA MISION Y AHORA ESTOY MUY CONTENTA DE HACERLO!!
Te entiedo, lo que pasa que cuando uno tiene una determinada edad y el cuerpo cansado, todo cuesta el doble, yo creo que los nietos son para disfrutarlos y mimarlos, la crianza es para los padres. Tu caso es especial.
Un beso grande Gallega!!!
Distinguida Sra/Srta:
¿No cree usted que describir un síndrome sin hacer referencia a su autor es plagio?
Atentamente
Dr. Antonio Guijarro Morales
Granada - España
BUENOS DIAS AMIGA QUERIDA!!!!!!!!!
Hola señor Guijarro Morales; Esto que publique me lo paso un compañero de facultad, me gusto y lo publique, en dicho apunte no hacia mencion al autor, por supuesto que corroborare y hare la mencion pertinente. Gracias
bueno, mamita!!!! me espera ese futuro??' jajaj espero que no!!! no tengo nietos...todavía, y cuando los tenga, les daré una mano a mis hijas como es lógico, pero ya les avisé (el que avisa no traiciona, cuac!) que ni se piensen que me van a tener de niñera de sus hijos, seré una abuela atenta, presente,muy cariñosa, pero...no esclava como dice tu informe
besos Tomson, muy interesante este post
Hola Gallega!!! Gracias por estar!!
Betty, Estal cual debemos ser abuelas presentes, cariñosas pero nunca esclavas, ocurre que hoy para poder sobrevivir se corre y se trabaja mucho, pero los jovenes deben entender, que nosotros los mas grandes ya corrimos y seguimos ese tren y el cuerpo se cansa y ya no tenemos la misma paciencia que a los veinte y pico.
Un beso y que sigas bien!!!!
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