domingo, 23 de agosto de 2009

El vivir


La vida no es un argumento: entre las condiciones de la vida podría figurar el error.
El secreto para seguir una existencia fecunda y feliz está en vivir peligrosamente.
¡Seamos poetas de nuestra vida, espe­cialmente en detalles pequeños y sin importancia!

De la enfermedad grave, tal como de la enfermedad de la sospecha importante, se regresa rehecho. Hay una nueva piel, más delicada y maliciosa. Un gusto más adecuado para la percepción de la alegría, un mejor paladar para las cosas buenas.

Los sentidos sienten más placer. Hay una nueva conciencia, pero más peligrosa en el goce. Tal vez más ingenua e infinitamente más refinada que antes.

Para nosotros, actualmente es cuestión de decencia no ver todo en desnudez, evi­tar presenciar cada operación, no desear comprender y saber todo...
Cuando se manifiesta asco por la exis­tencia, en realidad se manifiestan efectos posteriores a una trasgresión dietética por parte de un gran pueblo.

Al vivir nos arriesgamos, somos como de cristal. Si chocamos o caemos, todo habrá terminado.
No se puede considerar todo en pro­fundidad; esto hace que debamos esfor­zar constantemente la vista y nos lleva a encontrar más de lo que deseábamos.

Uno es verdaderamente libre cuando deja de sentir vergüenza de sí mismo.
Tal vez hasta ahora habías creído en el valor de la vida. Hoy te desengañaste, pero, ¿Les necesario salir de ella a cual­quier precio?

La persona burlada suele aferrarse al despecho y por consiguiente abraza la realidad más repugnante. Considerando el mundo en su totalidad, a la realidad se le presentaron siempre los mejores aspi­rantes, y estos son los burlados por más tiempo.

Nos encontramos dentro de una pri­sión; lo único que podemos hacer es creer que estamos libres.
Tal vez el encanto más fuerte de la vida sea estar cubierta por un velo de hilos de oro, con bellas posibilidades con aspecto prometedor, recatado, mordaz, misericor­dioso, seductor. ¡La vida es mujer!

Los artistas están continuamente trans­figurando -no hacen otra cosa- aque­llas situaciones y cosas que, en concreto, se considera que proporcionan al hom­bre el medio de sentirse bueno o grande, ebrio o feliz, o sano y sabio.

El artista sólo cuenta con una fuerza limitada. De emplearla sobre su propia persona, no podría usarla para favorecer su obra. Lo mismo ocurre a la inversa.
Al estudiar las artes primitivas y por consiguiente cuál fue el germen de lo pri­mitivo, se observa que en las hordas el placer estaba en comprender el mensaje del otro.

Por eso el arte es una especie de adivinanza y el que encuentra la solu­ción siente el gusto de ver que su espíritu tiene velocidad y refinamiento.

Del libro; "Ideas fuertes" de Friedrich Nietzsche

2 comentarios:

Winter dijo...

Con interesante me que corta...

gallega dijo...

A LAS PERSONAS CON DESPECHO,LES TEMO!!!!