miércoles, 25 de mayo de 2011

Debemos liberar nuestros presos

¿Quiénes son nuestros presos?

Nuestros presos personales son aquellos que nos han ofendido. Contra quienes guardamos resentimientos por sus ofensas. Tal vez traicionaron nuestra confianza, fuimos tratados mal, o nuestros sentimientos heridos. Puede pasar que la persona que nos ofendió no sabe que lo hizo. A veces se puede mal interpretar una situación o no enterarse de cuan heridos dejaron los sentimientos del otro.


Hay ofensas que le dan sentido de identidad a una persona. Le dan la posibilidad de culpar a otro por la forma en que son ellos mismos, o cómo les fue en la vida.
Tal vez la pareja los traicionó, los padres lo trataron mal de niños, o fueron víctimas de un delito. Estas personas están tan consumidas por el dolor de haber sido traicionados o tratados con negligencia en el pasado, que hacen culpables a otros de su miseria actual. No toman la responsabilidad por cómo viven su vida en el presente.


¿Durante cuánto tiempo más estás dispuesto a seguir ofendido? ¿Días? ¿Meses? ¿Años? ¿Toda tu vida? Nos aferramos a ese sentimiento de dolor. Desearíamos poder perdonar a esa persona y pensamos que se trata de que él o ella arreglen las cuentas con nosotros. Pero la verdad es que cuando guardamos rencor contra alguien, nos estamos encarcelando junto con ellos en nuestro resentimiento. Al aferrarnos a nuestro dolor nos estamos dañando a nosotros mismos. Por eso no se trata de que ellos pidan perdón, sino que necesitamos liberarnos a nosotros mismos.

El resentimiento aunque lo sentimos ahora en el presente, se basa siempre en los hechos del pasado. Puede ser que lo que nos ofendió sucedió hace un mes o hace muchos años. Pero el enojo que sentimos es muy real hoy.


¿Cómo lidiamos con personas y hechos del pasado para poder liberarnos del enojo que sentimos ahora?

Debemos abrir el portón de nuestra cárcel personal.

Perdonar no es lo mismo que olvidar

No vamos a sufrir algún tipo de amnesia y olvidar mágicamente el asunto. No quiere decir que a partir de ese día tenemos que fingir que todo va a estar bien como si nada hubiera pasado.

No necesariamente hay que restituir la relación. Si esa persona perdió nuestra confianza, perdonarla no le garantiza que automáticamente todo vuelva a estar como antes.

La esposa que fue golpeada no tiene por qué volver con su marido.

El empresario no tiene por qué volver a confiarle dinero a su socio que ha mal utilizado los fondos de la empresa.


Perdonar significa que ya no buscamos justicia, venganza o restitución.

Simplemente lo dejamos ir.

Renunciamos a hacerle daño a esa persona (a devolverle mal por mal). Le concedemos el don de la compasión.
Podemos dar otra oportunidad para ganar nuestra confianza de vuelta o decidir que esa persona no nos ayuda a ser mejores, y la dejamos ir libremente.


"Perdonar no libera al ofensor de su responsabilidad por su acción, ni se convierte un mal en un bien." Perdonar significa "dejar de sentir resentimiento."
Burai R. Spencer


La palabra resentimiento significa "sentir otra vez". Por eso perdonar es un acto voluntario de dejar de sentir otra vez, dejar de revivir la ofensa y los sentimientos de dolor y enojo. No olvidamos lo que pasó, pero lo podemos recordar sin ira, sin dolor.

El perdón no tiene nada que ver con ser bueno con quien nos ofendió, o decir que lo que hizo estuvo bien. Tiene que ver con ser bueno con uno mismo. Tratar de darnos cuenta que guardar rencor y resentimiento nos hace más daño a nosotros mismo, que a quien nos ofendió o maltrato.


No podemos controlar lo que otros hacen, si controlar lo que hacemos y pensamos. Se puede optar seguir viviendo con dolor, enojo o miedo. O elegir dejar de vernos como víctimas. Elegir perdonar o no hacerlo.

Liberarnos de las circunstancias que están fuera de control. Seguir viendo el lado bueno de las personas, volver a confiar, elegir cómo vamos a vivir en el futuro, que es hoy.


Viví el presente: la ofensa está en el pasado. Ya pasó. Sólo sigue ocurriendo en la mente. Si seguimos pensando es como revivir el momento, como si volviera a suceder, y esto es lo que produce dolor, enojo e infelicidad.


Seamos compasivos: La otra persona tal vez actuó de acuerdo a lo que pensó era correcto o eso era lo mejor que podía hacer en ese momento. Tal vez no lo hizo a propósito o con mala intención. ¿Qué pudo haberle sucedido en el pasado para que hiciera lo que hizo? ¿Cómo se debió haber sentido después?


Sin compasión no puede haber perdón. Ser comprensivo con uno mismo. El primer paso es perdonarnos a nosotros mismo por acumular tanto dolor por tanto tiempo. A veces esto no es fácil. Algunos hechos pueden haber marcado la forma en cómo nos vemos. Pero es necesario ser valiente, mirar hacia dentro y enfrentarse esa ira y dolor que llevamos dentro.

Perdonar es liberar a un prisionero y descubrir que el prisionero eras tú.

Lewis B. Smedes

El que es incapaz de perdonar es incapaz de amar.
Martín Luther King

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