El impacto del síndrome de fatiga cronica en la vida del enfermo es demoledor, tanto por la enfermedad en sí misma como por el aislamiento e incomprensión del entorno. Las medidadas validas de calidad de vida cuando se compararan con otras enfermedades, evidencian que la fatiga cronica es una de las enfermedades que peor calidad de vida lleva aparejada.
Además de estas características básicas, algunos pacientes de Síndrome de Fatiga Crónica padecen diversos síntomas inespecíficos, como debilidad en las piernas, dolores musculares y articulares, deterioro de la memoria o la concentración, intolerancia a los olores, insomnio y una muy lenta recuperación, de forma que la fatiga persiste más de veinticuatro horas después de un esfuerzo.
No es raro que se acompañe de malestar general, aparición de ganglios y dolores en varias regiones del cuerpo como la cabeza, el abdomen, las articulaciones y la garganta. Es muy común que se intensifique al realizar algún tipo de esfuerzo o actividad física.
La temperatura corporal aumenta en muchos casos y el sueño suele estar perturbado generalmente. En todos los casos es muy importante agotar todos los recursos diagnósticos para identificar la causa, ya que puede tratarse en realidad de una enfermedad común pero con una presentación atípica.
Tanto la fibromialgia como la fatiga crónica representan el resultado de un proceso, no aparecen porque sí.
Hay dos tipos de síndrome de fatiga crónica: el clásico, provocado por una infección vírica, y el idiopático, que es aquél que no tiene ninguna relación demostrable con un virus de origen indeterminado.
Hay dos tipos de síndrome de fatiga crónica: el clásico, provocado por una infección vírica, y el idiopático, que es aquél que no tiene ninguna relación demostrable con un virus de origen indeterminado.
El tratamiento es muy dudoso y cambiante y, aunque se están haciendo muchas investigaciones en la actualidad, sigue sin haber ningún fármaco que se pueda aplicar y que cure la enfermedad totalmente. Se ha ensayado con fármacos similares a los del alzheimer, pero ninguno, por el momento, ha dado una respuesta satisfactoria. Igualmente se ha manejado en el tratamiento el uso de antidepresivos. No obstante, son los clásicos antidepresivos los que han ofrecido mejores y más resultados. De todos modos, hay que tener en cuenta que los antidepresivos no curan la enfermedad o, por lo menos, no se ha demostrado aún. Lo que sí hacen es mejorar la calidad de vida de los pacientes al tratar algunos síntomas como el insomnio, la ansiedad o la depresión.
En cuanto a las expectativas de futuro, un alto centaje de los enfermos mejoran al año y medio, lo que les permite realizar una vida más o menos normal. En torno a un 30 por ciento de los pacientes persiste con la sintomatología después de este tiempo, lo que implica que durante muchos años o casi toda su vida son incapaces de llevar a cabo su vida laboral y social, por lo que se convierte en una enfermedad muy limitante.
Es aconsejable que las personas con SFC, realicen algo de ejercicio moderado, siempre dentro de las posibilidades de cada paciente, para no atrofiarse. Andar, nadar o practicar yoga son algunos ejercicios recomendables. Hay que empezar poco a poco y con pequeños pasos se puede lograr.
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