El hombre no es reconocido y no se conoce como hombre mientras se limita a subsistir animalmente. Tiene que ser reconocido por los otros hombres. Toda conciencia, es, en su principio de ser reconocida y saludada como tal por las otras conciencias. Son los otros los que nos engendran (…) Para ser reconocido por otra conciencia, el hombre debe estar dispuesto a arriesgar su vida y a aceptar la probabilidad de la muerte. Las relaciones humanas fundamentales son, por lo tanto, relaciones de puro prestigio, una lucha perpetua, que se burla de la muerte, para el reconocimiento del uno por el otro.
(…) Toda la historia de los hombres no es, en todo caso, sino una larga lucha a muerte para la conquista del prestigio universal y del poder absoluto. Es por sí misma imperialista. (…) En la batahola y el furor de los siglos cada conciencia, para ser, quiere en adelante la muerte de la otra. Por añadidura, esta tragedia implacable es absurda, pues en el caso en que una de las conciencias fuera aniquilada, la conciencia victoriosa no sería reconocida por ellos, pues no puede serlo por lo que ya no existe. En realidad, la filosofía de aparentar encuentra en esto su límite.
El amo, para desdicha suya, es reconocido en su autonomía por una conciencia que el mismo no reconoce como autónoma. Por lo tanto, no puede sentirse satisfecho y su autonomía es negativa. El señorío es un atolladero. Puesto que tampoco puede renunciar al señorío y volver a convertirse en esclavo, el destino eterno de los amos es vivir insatisfechos o que los maten. El amo no sirve en la historia sino para suscitar la conciencia servil, la única que crea la historia justamente. En efecto, el esclavo no esta ligado a su condición, quiere cambiarla. Por lo tanto, al contrario que su amo, puede educarse; lo que se llama historia no es sino la serie de sus largos esfuerzos para obtener la libertad real. Mediante el trabajo, mediante la transformación del mundo natural en un mundo técnico, se liberta ya de esa naturaleza que estaba al principio de su esclavitud, pues no había sabido elevarse sobre ella mediante la aceptación de la muerte. El esclavo no se eleva al nivel de la totalidad humana hasta la angustia de la muerte, sentida en una humillación de todo el ser. Sabe en adelante que esa totalidad existe; sólo le falta conquistarla a través de una larga serie de luchas contra la naturaleza y contra los amos. La historia se identifica, por lo tanto, con la historia del trabajo y de la rebelión.
La historia de las revoluciones muestra, no obstante, que justicia y libertad entran casi siempre en conflicto, como si sus ideas mutuas fueran inconciliables. La libertad absoluta, es el derecho a dominar del más fuerte. Mantiene por lo tanto, los conflictos que benefician a la injusticia. La justicia absoluta pasa por la supresión de toda contradicción: destruye la libertad. La revolución por la justicia y la libertad, termina poniendo a una contra la otra.
Fragmentos: El hombre rebelde de Albert Camus
4 comentarios:
PARA MI EL HOMBRE DESDE SU LUGAR QUIERE DOMINAR!
Amo y Señor....,me suena,me suena?
HOLA TOMSON AMIGA!
esto e suna mierda
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